En sus primeras cinco décadas, el Banco de México se constituyó en un pilar del desarrollo económico nacional. Tuvo responsabilidades rectoras para el desarrollo que hoy día ya no forman parte de las funciones de un banco central. Congruente con la tendencia mundial que comenzó a gestarse en los años ochenta, poco a poco se fue perfilando hacia un banco central moderno, lo que implicó acotar sus funciones para que se concentrase en un solo objetivo principal: lograr la estabilidad de los precios, es decir, controlar la inflación.
Lo anterior culminó con el gran cambio estructural que constituyó otorgarle plena autonomía al Banco de México para ser un ente totalmente independiente del poder Ejecutivo para el diseño e instrumentación de su política monetaria, así como tener autonomía presupuestal y de gestión. Se modificó la Constitución para establecer lo anterior y definir como su objetivo prioritario lograr la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda nacional. La Ley también expresa dos objetivos sucedáneos: velar por la estabilidad del sistema financiero y propiciar el buen funcionamiento de los sistemas de pagos.
La nueva Ley de autonomía entró en vigor el 1 de abril de 1994. Un pilar fundamental para que pueda cumplir su mandato de controlar la inflación es la prohibición explícita en la Constitución y en su Ley de financiar en forma directa al gobierno, esto en virtud de que en el pasado financiar déficit públicos con emisión monetaria ocasionó frecuentes episodios inflacionarios que desembocaron en crisis.
Prácticamente en un tercio de su existencia, el Banco de México ha sido independiente. Sin menoscabo de reconocer la evolución y logros de la institución entre 1925 y 1994, me centraré en tres pilares que se edificaron en los últimos 31 años y que han sido fundamentales para la consolidación institucional:
1.Adopción del esquema de objetivos de inflación (inflation targeting) como paradigma para lograr la estabilidad de precios.
2.Adopción de una política proactiva, abierta y transparente de comunicación.
3.Fundación del Museo Interactivo de Economía (MIDE).
ESQUEMA DE OBJETIVOS DE INFLACIÓN
En 2001, Banxico adoptó el esquema conocido como Objetivos de inflación (inflation targeting) para instrumentar la política monetaria y lograr el control de la inflación. Ya otros bancos centrales habían tenido éxito con este paradigma. Condiciones para una buena instrumentación del inflation targeting son un banco independiente, un tipo de cambio flexible, transparencia plena en sus acciones, una política comunicacional amplia y abierta, y un proceso de rendición de cuentas ante la sociedad.
Los principales beneficios que México ha tenido al instrumentar la política monetaria bajo el régimen de objetivos de inflación son: mayores certeza y efectividad para anclar las expectativas de inflación alrededor del objetivo; una evaluación más tangible del desempeño monetario del banco central; mayor transparencia que lleva al mejor entendimiento de la aplicación de la política monetaria; reducción de la inflación y su volatilidad, así como descenso de los costos asociados con procesos de desinflación, pues a mayor claridad y credibilidad, la política monetaria propicia expectativas de inflación que convergen hacia la meta.
POLÍTICA DE COMUNICACIÓN ABIERTA Y TRANSPARENTE
Hasta la crisis que estalló en diciembre de 1994 prevaleció por décadas la noción de que el banco central debía estar envuelto en secretismo, opacidad, confidencialidad y que no se comunicara activamente con los mercados y la sociedad. Pero con la autonomía y el régimen de inflation targeting, vino la exigencia de la apertura comunicacional como un requisito clave para su buen funcionamiento.
El ejercicio de la comunicación se integró a la instrumentación de la política monetaria. Así, a partir de 1995 se dio un proceso evolutivo en la comunicación externa del Banco de México, proceso que continua mejorando constantemente. Actualmente el banco central sigue una estrategia proactiva, abierta y transparente de comunicación con todos sus interlocutores, inclusive en la aplicación de algunos instrumentos de comunicación, el Banco ha sido internacionalmente pionero.
MUSEO INTERACTIVO DE ECONOMÍA
Reconociendo la importancia de la comunicación educativa, el Banco de México decidió por el año 2001 que debería contribuir de alguna forma a la educación económica de adultos, jóvenes y niños, y a la vez mostrar una cara amable a la sociedad. El gobernador en ese entonces, Guillermo Ortiz, propuso crear algo que no existía en el mundo: un museo educativo de economía, y para ser atractivo y aprender en forma lúdica, que fuese interactivo.
Con esa idea surgió así el MIDE el cual rompió barreras y ha demostrado que entender la economía es esencial para la vida cotidiana. Este museo, además de sus exposiciones permanentes, ofrece talleres, conferencias, cursos y programas escolares. También cuenta con una línea de acción importante en educación financiera dirigida tanto a estudiantes como a adultos, incluyendo capacitaciones para docentes y herramientas digitales para aprender a manejar un presupuesto, ahorrar o entender el crédito.
El MIDE cumple también una función cívica al fomentar valores como la responsabilidad económica, la participación informada y la conciencia sobre temas como el desarrollo sustentable, el gasto público y la justicia fiscal. En suma, con 19 años en operación, la importancia del MIDE radica en su capacidad para democratizar el conocimiento económico. Es una gran aportación del Banco de México a la educación económica y financiera del país.
DESAFÍO DE NO DEBILITAR EL COMPROMISO DE CONTROLAR LA INFLACIÓN
Hoy, el Banco de México es reconocido internacionalmente como uno de los bancos centrales más sólidos, transparentes y altamente comprometido con su autonomía. A pesar de ello, en los últimos tiempos ha tenido que enfrentar embates de “ser neoliberal e insensible a las necesidades de la sociedad”. Eso es una falacia, pues se ha repetido una y otra vez que la mejor contribución que un banco central puede hacer al crecimiento y desarrollo es perseverar en controlar la inflación para que ésta sea baja y estable. Esa responsabilidad no es un dogma ideológico sino es un compromiso social.
El máximo órgano de decisión son los cinco integrantes de su Junta de Gobierno. A lo largo de los 31 años de autonomía la han integrado hombres y mujeres capaces y responsables para hacer valer su independencia. No obstante, mantener la credibilidad se forja todos los días. Los disensos entre los miembros de la Junta son sanos, siempre y cuando no pongan en entredicho el compromiso prioritario de controlar la inflación.
Por ejemplo, en las últimas dos decisiones de política monetaria, la baja de la tasa de referencia fue por mayoría, no por unanimidad. Se han expresado críticas de que frente a presiones de precios que mantienen a la inflación alejada de su meta anual de 3%, ello no es un entorno para un ciclo a la baja de las tasas. De igual forma, se ha criticado que las decisiones recientes de bajar la tasa responden a que la mayoría de la Junta quiere contribuir a que con tasas menores, baje el costo financiero de la deuda del gobierno.
Estas dos críticas constituyen llamadas de atención de que no se socave la autonomía y se erosione la credibilidad en la capacidad del Banco de México de lograr su objetivo. Nunca se debe dar la impresión de que el compromiso de controlar la inflación se está debilitando, aunque no haya unanimidad en la votación.
UN FESTEJO PARA LA SOCIEDAD
En sus 100 años de existencia, el Banco ha sido dirigido por 12 Directores Generales (1925-1994) y cinco Gobernadores (1994-2025, Miguel Mancera, Guillermo Ortiz, Agustín Carstens, Alejandro Díaz de León y Victoria Rodríguez). Cada uno de ellos fue contribuyendo al desarrollo institucional y dejó su huella de acuerdo con su estilo de gestión, sus objetivos de política monetaria y su visión para contribuir a la modernización financiera, lo que fue moldeando el legado que cada uno dejó para la posteridad.
Debe recordarse en especial a quien fuera Director General de 1952 a 1970, Don Rodrigo Gómez, quien consolidó en sus 18 años al frente de la institución la labor que en los decenios siguientes se fue cimentando hacia una banca central sólida, prestigiosa y confiable. Don Rodrigo promovió el capital humano del Banco y dejó muchas lecciones y enseñanzas. La importante evolución y modernización del Banco posterior a su gestión no hubiese sido posible sin los fundamentos que labró.
Hoy, la autonomía debe ser vista como una póliza de seguro y un blindaje de la sociedad para evitar políticas expansivas y desestabilizadoras. Ese es el verdadero sentido de festejar este centenario. Por ende, debe ser un festejo de toda la sociedad para sentirnos respaldados de contar con un banco central que, al tener como mandato la estabilidad de precios, está comprometido con la prosperidad de toda la población.
* Economista egresado del ITAM con maestría y estudios de doctorado en teoría y política monetaria, y finanzas y comercio internacionales en Columbia University. Actualmente es consultor-asesor de MAAT S.C. y columnista de El Economista. En el Banco de México desempeñó diversos cargos, entre ellos, Director de Relaciones Externas. También fue funcionario de la Consar y del FMI. Autor de varios libros.
federico@rubli.net
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