La desconexión entre el crecimiento operativo y la madurez institucional tiene implicaciones profundas en su financiamiento, manejo de tesorería, gobierno corporativo y continuidad. En el IMEF consideramos
prioritario visibilizar esta etapa crítica, pues de ella depende
la consolidación del tejido productivo nacional.
EL PUNTO CIEGO DEL CRECIMIENTO
Sucede con frecuencia que una empresa que nació con una estructura familiar, pocos empleados y un modelo operativo artesanal crece en ventas, expande su cartera de clientes y multiplica su nómina, pero mantiene los mismos procesos administrativos, financieros y de control que tenía en sus inicios.
Ese
desajuste entre el tamaño real y la gestión
percibida puede generar riesgos graves como:
1.Falta de liquidez.
2.Desorden financiero.
3.Conflictos internos y pérdida de oportunidades de financiamiento o expansión.
FINANCIAMIENTO: DE LA TARJETA EMPRESARIAL AL CRÉDITO ESTRUCTURADO
Uno de los síntomas más comunes de una Pyme que no reconoce su crecimiento es seguir operando con herramientas de financiamiento inadecuadas. Empresas con ventas anuales de decenas de millones de pesos continúan dependiendo de líneas de crédito personales o tarjetas empresariales, sin acceso a productos más sofisticados como créditos sindicados, factoraje o emisiones de deuda privada.
En esta situación
el reto está en profesionalizar su información financiera:
estados auditados, reportes de flujo y cumplimiento fiscal ordenado. Solo así pueden acceder a las fuentes formales de financiamiento que requieren para seguir creciendo sin comprometer su estabilidad.
TESORERÍA Y GESTIÓN DEL EFECTIVO
A medida que crecen, las Pymes suelen enfrentar un aumento en la complejidad de sus flujos. De tener pocos proveedores y pagos esporádicos, pasan a manejar cadenas de suministro complejas, clientes corporativos y múltiples cuentas bancarias.
Sin una tesorería formal, la empresa se expone a fugas de liquidez, pagos duplicados o pérdida de control sobre los recursos, por lo tanto, implementar una gestión de tesorería centralizada, con
planeación semanal y proyecciones de flujo, permite anticipar necesidades de capital, negociar mejor con proveedores y aprovechar excedentes de efectivo.
GOBIERNO CORPORATIVO: PASAR DEL CONTROL FAMILIAR A LA INSTITUCIONALIZACIÓN
En esta etapa, muchas empresas se enfrentan a la resistencia del fundador o familia propietaria a delegar decisiones. Sin embargo,
el crecimiento requiere estructuras formales de gobierno corporativo como:
•Consejo de administración o consejeros independientes.
•Políticas de rendición de cuentas.
•Definición clara de roles y responsabilidades.
SUCESIÓN: EL FUTURO NO SE IMPROVISA
Las empresas deben tener claro que la institucionalización no implica perder el control, sino asegurar la continuidad y transparencia de la gestión porque el futuro no se improvisa. El crecimiento trae consigo la necesidad de profesionalizar la gestión del talento, formar líderes y establecer mecanismos para que la empresa trascienda a su fundador. Hacer esto es un síntoma de madurez empresarial, es decir, de tener la capacidad de planear la sucesión.
Recuerden que, en México, solo tres de cada 10 empresas familiares logran sobrevivir a la segunda generación. Aumentar el número de empresas que trascienden implica un cambio de mentalidad para reconocer que el crecimiento implica aceptar que las decisiones deben tomarse con información, estructura y visión de largo plazo.
Una Pyme que se percibe como pequeña, cuando en realidad ya opera como mediana o grande, corre el riesgo de quedarse atrapada en su propio éxito. Reconocer ese momento y actuar en consecuencia es el paso decisivo hacia la consolidación, por lo que el verdadero desafío no es solo crecer, sino saber gestionar ese crecimiento con disciplina financiera, visión estratégica y una cultura empresarial que evolucione al mismo ritmo.