Desde que inició el año, el dólar norteamericano (USD) ha mostrado una clara tendencia a la baja que continúa extendiéndose. Entre los principales factores que han vulnerado a la divisa se encuentran: (1) Las preocupaciones en torno a las negociaciones comerciales de EE. UU.; (2) la incertidumbre sobre el paquete fiscal de Trump; y (3) las expectativas de la trayectoria de tasas por parte del Fed.
A mayor detalle, el índice DXY –indicador que mide el desempeño del dólar frente a divisas desarrolladas– se ubica en mínimos no vistos desde principios de 2022, acumulando una caída de 9.7% YTD. En tanto, el índice BBDXY –indicador que mide el desempeño del dólar frente a una canasta de divisas desarrolladas y emergentes– opera en mínimos de dos años tras una depreciación de 8.4% YTD.
Respecto al primer factor, la guerra arancelaria generó una amplia volatilidad afectando a todas las clases de activos ante la incertidumbre del impacto que podría provocar en el crecimiento y la inflación global. La debilidad del dólar se agudizó a partir del “Día de la liberación” (2 de abril), cuando Trump dictaminó una serie de aranceles a sus socios comerciales.
Si bien EE. UU. y China, las economías más grandes del mundo, acordaron iniciar una nueva ronda de conversaciones lo antes posible, un acuerdo arancelario aún parece lejano. En tanto, Trump aumentó los aranceles al acero y al aluminio del 25% al 50% a partir del 4 de junio, esto en la antesala de las negociaciones con diversos países sobre los aranceles recíprocos con fecha límite el 9 de julio.
Pasando al tema fiscal de EE. UU., las preocupaciones giran en torno al impacto de un déficit fiscal más alto. Incluso la percepción de un mayor riesgo llevó a Moody’s a rebajar la calificación crediticia de la nación. Vale la pena señalar que el proyecto de ley fiscal está siendo evaluado por el Senado donde se espera que se hagan cambios importantes.
Por último, el mercado ha consolidado sus expectativas de que la Reserva Federal recortará las tasas este año tras cifras económicas mixtas en EE. UU. La curva refleja apuestas de por lo menos dos bajas de 25pb, con la primera materializándose en septiembre y la segunda en diciembre. Esta visión diverge de otros bancos centrales desarrollados.
Por ejemplo, el ECB recortó sus tasas de referencia 25pb el pasado jueves, con la tasa de depósitos alcanzando 2.00%. Sin embargo, los comentarios de Lagarde hicieron énfasis en que el banco central se acerca al final del ciclo acomodaticio, lo que brindó impulso a la divisa de la región. El EUR se ha apreciado 10.5% en lo que va del año y se ubica cerca de máximos de cuatro años.
En este contexto, los inversionistas debaten sobre si el dólar perderá su estatus de activo seguro tras mostrar un desempeño similar al de un activo emergente en medio de alta volatilidad global. Por ejemplo, la correlación entre el USD y el S&P 500 se ha tornado positiva de hasta 0.6, cuando a nivel histórico es ampliamente negativa. En tanto, la correlación del USD y el Treasury de 10 años se ha debilitado, incluso pasando a terreno negativo de -0.1, contrastando con la dinámica positiva usual.
En nuestra opinión, el debilitamiento coyuntural del USD continuará como efecto de los cambios en las políticas exteriores de EE. UU., destacando el frente comercial y fiscal. Sin embargo, no vemos el ajuste en la valuación de la divisa como elemento de erosión relevante para su hegemonía y dominancia como moneda de reserva.