Desde 1800, las apuestas solo han fallado en dos ocasiones en pronosticar quién ganará las elecciones: en 1948, cuando Harry Truman del Partido Demócrata ganó las elecciones presidenciales, a pesar de contar con una probabilidad de ocho a uno; y en 2016, con el triunfo de Donald Trump sobre Hillary Clinton con una probabilidad de siete a dos.
En la contienda electoral ha habido dos momentos decisivos: el debate presidencial en el que Joe Biden se mostró desorientado y dio pie a su renuncia a la candidatura; y el atentado en contra de Donald Trump, que fortaleció su candidatura. Además, las entrevistas de Kamala Harris le han restado popularidad, sobre todo en los estados decisivos, lo que ha elevado las probabilidades de Trump de ganar las elecciones.
Sin importar cuál sea el resultado, esta elección es histórica, ya que, en caso de que gane Trump, sería la primera vez desde 1892 en que un presidente pierde su contienda de reelección, pero luego consigue volver al poder en la siguiente elección. Por otro lado, de ganar Harris, sería la primera vez que una mujer se convierte en presidenta de Estados Unidos y la primera vez desde 1857 en el que hay dos presidentes demócratas en mandatos continuos sin que el anterior falleciera.
En caso de que gane Trump, sería la primera vez desde 1892 en que un presidente pierde su contienda de reelección, pero luego consigue volver al poder en la siguiente elección.
De ganar Trump supondría un escenario en donde el partido en el poder en México y en Estados Unidos tienen mayoría en su Congreso, lo que podría terminar dificultando la relación entre ambos gobiernos.
Si el resultado oficial de la elección presidencial demora varios días, sumaría incertidumbre al sistema financiero internacional.
Además de la elección para la presidencia, se pondrán a votación 468 asientos del Congreso: la totalidad de la Cámara de Representantes (435 asientos) y un tercio de la Cámara de Senadores (33 asientos). Esto es relevante, pues la conformación del Congreso limitará o ayudará al próximo presidente en las acciones que desee llevar a cabo.
Igualmente, podría determinar qué tan álgida será la discusión sobre el techo de la deuda, cuya suspensión terminará el 2 de enero de 2025, 18 días antes de que inicie el nuevo mandato presidencial y 1 día antes de entrar en funciones el nuevo Congreso. Entre más tiempo dure la discusión sobre el techo de la deuda, más nerviosismo podría provocar en el mercado financiero, pues podría darse nuevamente el escenario de un cierre temporal del gobierno de Estados Unidos.
Esto sería negativo, pues los cierres temporales implican pérdidas para la economía, particularmente sobre el consumo. La última vez que un partido tuvo la “trifecta” sucedió con Biden de 2021 a 2023, en sus primeros dos años como presidente. Lo mismo ha sucedido en periodos anteriores: en los primeros dos años del mandato de Trump, en los primeros dos años de Obama, en los primeros seis años de Bush y en los primeros dos años del mandato de Clinton.
Actualmente se tiene una alta probabilidad de que el Partido Republicano gane la mayoría en ambas cámaras con lo que, en teoría, de ganar Trump la presidencia, le daría libertad de hacer los cambios que quisiera. Sin embargo, el Partido Republicano no apoya por completo a Trump, por lo que podría encontrar resistencia del Congreso para hacer los cambios deseados. Con esto, es posible que, de ganar Trump, muestre una actitud más agresiva y errática, lo que provocaría volatilidad en el mercado financiero.
Esto también supondría un escenario en donde el partido en el poder en México y en Estados Unidos tienen mayoría en su Congreso, lo que podría terminar dificultando la relación entre ambos gobiernos. Por otro lado, de ganar Harris también encontraría dificultad de hacer cambios, por tener también resistencia del Congreso, al ser del partido opositor, pero la relación con México podría ser menos ríspida que con Trump.