A mediados de agosto de 2025, Estados Unidos envió tres destructores de guerra junto con aproximadamente 4 mil infantes de marina, submarinos y aviones espía a aguas del Caribe frente a Venezuela, con el argumento de combatir al «Cártel de los Soles». En respuesta Nicolás Maduro —que llegó al poder tras la muerte de Hugo Chávez y como resultado de unas elecciones fraudulentas— ordenó la movilización de unos 4.5 millones de milicianos para defender la soberanía del país.
Los milicianos pueden ser convocados frente a estados de excepción constitucional o eventualmente ser hábiles para ser llamados a llenar un cargo de naturaleza militar en calidad de empleo temporal. De acuerdo con diversos analistas, este llamado responde a una estrategia política y no a una realidad operativa, ya que no se cuenta con las armas para la cantidad anunciada de milicianos, la cual coincide con el número de empleados estatales en Venezuela.
PUNTO DE PARTIDA
Estados Unidos no sólo ha puesto al Cártel de los Soles como una organización terrorista internacional, sino que también estableció una recompensa de 50 millones de dólares por información que conduzca a la detención de Nicolás Maduro. La recompensa supera incluso la ofrecida en su momento por Osama Bin Laden (25 millones de dólares), lo que ha sido interpretado por Caracas como un acto de hostilidad abierta.
El tema del narcotráfico en Venezuela no es nuevo. En julio de 2009 la Oficina de Responsabilidad Gubernamental (GAO) de Estados Unidos publicó un informe en el que afirmó que el narcotráfico en Venezuela había aumentado y citó a la corrupción gubernamental generalizada y a la renuencia del gobierno de Chávez a cooperar con las iniciativas antinarcóticos estadounidenses.
El informe señaló que Venezuela había socavado el programa antinarcóticos estadounidense Plan Colombia,
señalando un «ambiente permisivo» en Venezuela para las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), un grupo paramilitar colombiano de izquierda financiado en parte por la producción y el tráfico de drogas a través de territorio venezolano. Chávez negó las acusaciones de la GAO y acusó al gobierno estadounidense de hipocresía, calificándolo como «el principal país narcotraficante del planeta».
Aunque las primeras sanciones a personas de Venezuela datan de 2015 —bajo la administración de Barack Obama— en agosto de 2017 el gobierno de Trump buscó sumar presión sobre Venezuela a través de sanciones económicas que prohibían a los bancos de Estados Unidos comprar bonos del gobierno venezolano y su compañía estatal petrolera. La orden de Trump también limitaba las transacciones con bonos existentes propiedad del sector público venezolano.
Pero la mayor crisis llegó en 2019, después de las ampliamente cuestionadas elecciones presidenciales de 2018, las cuales fueron calificadas de “farsa” por el entonces secretario de Estado Mike Pompeo, y cuyos resultados no fueron reconocidos por gran parte de la comunidad internacional.
EL CONFLICTO SE POLARIZA
En este año, el 8 de agosto, el New York Times
informó que Donald Trump había firmado una orden clasificada dirigida al Pentágono para que comenzara a emplear la fuerza militar contra ciertos cárteles latinoamericanos catalogados por Washington como organizaciones terroristas, entre ellos el Cártel de los Soles que proporciona apoyo material al Tren de Aragua y al Cartel de Sinaloa.
A ello se sumaron factores que intensificaron la incertidumbre: la condición de ilegitimidad de Nicolás Maduro, quien tras el fraude electoral de 2024 no es reconocido como presidente legítimo de Venezuela por una parte importante de la comunidad internacional, incluyendo Estados Unidos, y el hecho de que dentro de los objetivos potenciales de la misión podrían estar Nicolás Maduro, su ministro del Interior, Diosdado Cabello, y el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, en su condición de presuntos cabecillas del Cártel de los Soles, que lleva ese nombre porque está encabezada por miembros de alto rango de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana cuyas insignias se basan en soles.
Durante su campaña, Trump se comprometió a emplear todos los recursos disponibles, «incluyendo la intervención militar si fuera necesario”, para impedir que las sustancias ilícitas llegaran a territorio estadounidense.
Hasta aquí la lógica parece ir encadenando los hechos, pero hay uno que no encaja con las acciones y es un factor de política interna estadounidense: la base electoral de Trump, identificada con el movimiento MAGA, ha mostrado resistencia a un mayor involucramiento de Estados Unidos en conflictos armados en el extranjero, por lo que un uso abierto de la fuerza contra Venezuela podría generar tensiones políticas internas dentro de la coalición que respalda al presidente.
Mientras tanto, para algunos, el conflicto parece agrandarse con las posiciones de los países de la región. Algunos se muestran a favor de la no intervención y autodeterminación de los pueblos, mientras que otros han dado su apoyo a Estados Unidos y a las acciones que emprenda.
En el primer caso está México que a través de Claudia Sheinbaum
condenó el despliegue naval estadounidense calificándolo como «inaceptable” y recordando que «viola los principios de no intervención y autodeterminación de los pueblos”. Desde Brasil,
el asesor internacional del presidente Lula, Celso Amorim, expresó su preocupación por el riesgo de una escalada y reiteró que «el principio de la no intervención es fundamental” en la política exterior brasileña
En tanto, Ecuador, República Dominicana y Paraguay han advertido que el Cártel de los Soles opera como un entramado criminal con alcance transnacional, implicado en rutas de narcotráfico, lavado de dinero y en el aumento de la violencia en distintos puntos de la región.
Trinidad y Tobago expresó su respaldo a la operación naval estadounidense, señalando que el crimen organizado y el tráfico de drogas representan una amenaza directa para la seguridad de todo el Caribe. Incluso llegó a afirmar que prestará sus aguas y su territorio para las operaciones de Estados Unidos en contra de Nicolás Maduro, si Washington lo solicita para defender a Guyana.
Desde Europa, Francia decidió sumarse a Estados Unidos e incrementar su vigilancia del Caribe, enviando más buques a Guadalupe y Martinica, dos de sus territorios de ultramar que suelen ser utilizados como puntos de tránsito del narcotráfico hacia Europa. Francia justificó su refuerzo naval como parte de una estrategia de cooperación internacional.
Mientras tanto, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, advirtió que una intervención militar estadounidense en Venezuela sería «el peor error” y traerá consecuencias negativas para la región en general. Cuba expresó su condena al despliegue militar como una violación del derecho internacional, mientras que Nicaragua reafirmó su apoyo a la defensa de la soberanía venezolana.
Ante la presión estadounidense, Venezuela ha intensificado su relación con China,
incluyendo reuniones con el embajador chino y nuevos acuerdos económicos, además ha procurado su acercamiento a Rusia e Irán, mientras que Latinoamérica y el Caribe se encuentran divididos.
DE CHAVEZ A MADURO
Hugo Chávez llegó al poder en Venezuela al ganar las elecciones presidenciales de diciembre de 1998 y asumió la presidencia el 2 de febrero de 1999. Su presidencia se extendió hasta su fallecimiento en 2013 provocado por un cáncer que no le dejó terminar su cuarto mandato de seis años. Ante esa coyuntura, ungió al vicepresidente y canciller, Nicolás Maduro, como su sucesor.
Maduro, como presidente encargado de Venezuela, pidió al Consejo Nacional Electoral venezolano convocar de inmediato a elecciones presidenciales en cumplimiento de lo que ordena la constitución del país. En los comicios Maduro ganó por una estrecha ventaja de poco más de un punto porcentual ante su rival Henrique Capriles, que pidió un recuento voto por voto. Así desde 2013 Nicolás Maduro ostenta el cargo de presidente.
En las elecciones de 2024, la oposición de Venezuela proclamó su victoria. La líder opositora, María Corina Machado, afirmó que el margen de victoria fue contundente, basándose en los recuentos de votos que recibió de sus representantes de campaña de aproximadamente el 40% de las urnas a nivel nacional. Sin embargo, Maduro se proclamó presidente. En su momento el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, dijo “Estados Unidos tiene serias preocupaciones de que el resultado anunciado no refleje la voluntad ni los votos del pueblo venezolano”.
CON PETRÓLEO, PERO SIN DINERO. CON POBREZA Y SIN DEMOCRACIA
En febrero de 2025 el gobierno de Estados Unidos prohibió a Chevron operar en Venezuela texto y dio a las empresas hasta fines de mayo para completar las transacciones, lo que redujo, al menos, un 25% la producción petrolera, que es la principal fuente de ingresos de Venezuela, por lo que se estima que este país pasó de producir cerca de 900 mil barriles diarios a menos de 700 mil.
Pero según la agencia Reuters, el 30 de junio se le otorgó a Chevron una licencia estadounidense restringida para operar en Venezuela, con la condición de que ningún dinero proveniente de las ganancias del petróleo puede transferirse a la administración de Nicolás Maduro.
No obstante la apertura de junio, la decisión tiene consecuencia en la caída en las exportaciones, menos ingresos en dólares, mayor presión sobre el bolívar y aumento de la inflación, que según Statista es en este año de 180% y se prevé para 2026 de 225%.
Esto —que se suma al congelamiento de activos en bancos europeos y estadounidenses, así como a sanciones financieras que limitan el acceso al sistema financiero internacional— impide importar alimentos y medicinas, ocasiona desempleo y malestar social que puede repercutir en una nueva ola migratoria que se sume a los más de 7 millones de venezolanos fuera del país.
Lo que estamos viendo es un momento de escalada significativa: Estados Unidos intensifica su presión militar, legal y económica, mientras Venezuela responde reforzando su aparato de defensa, buscando alianzas estratégicas y resistiendo bajo severas sanciones. ¿Qué sigue?
Los escenarios son varios. Apuntan al ámbito militar, económico y diplomático. Quizá este último con menos posibilidades. Mientras tanto la economía venezolana perdió 75% de su tamaño entre 2013 y 2021, lo que ha generado que la población en general carezca de bienes esenciales para la subsistencia.
*Editora del News IMEF
Este artículo se escribió el 27de agosto de 2025.
Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no representan la opinión del IMEF.
Suscríbete a IMEF News
Análisis y opinión de expertos en economía, finanzas y negocios para los tomadores de decisiones.