En cuestiones de dinero, lo que importa no es lo listo que seas sino cómo te comportas. Tendemos a pensar en la inversión o la gestión de las finanzas personales como una disciplina matemática, en la que los datos y las fórmulas nos dicen exactamente qué hacer. Sin embargo, el rasgo que define a las personas que logran enriquecerse no es su destreza con los números, ni su salario o su talento, sino su historia personal, sus motivaciones y su visión única del mundo, dice Morgan Housel, autor de este libro.
Agrega que un genio que pierde el control de sus emociones puede ser un desastre financiero. Y lo mismo vale en caso contrario: gente de a pie sin formación en finanzas puede enriquecerse si cuenta con unos cuantos patrones de comportamiento, situación que es impensable en otras disciplinas como la arquitectura o la medicina, pero fundamental en el campo de las finanzas.
A partir de 18 claves, Morgan Housel nos enseña cómo funciona la psicología del dinero y cuáles son los hábitos y conductas que nos ayudarán no solo a generar riqueza, sino, más importante aún, a conservarla, porque la riqueza no es fruto de nuestra inteligencia, talento o trabajo, sino de nuestro comportamiento.
De ahí que el autor transmita que las personas de diferentes generaciones, padres, ingresos y valores en todas partes del mundo con distintas economías, mercados laborales, incentivos y grados de suerte aprendan lecciones de manera muy diferente y, por consecuencia, tengan resultados diferentes.
El libro comienza con un relato que apuntala esa aseveración. Son dos hombres: Ronald James Read quien fuera conserje y trabajador de gasolinera estadounidense y terminara a los 92 años como un filántropo e inversor; y Richard Fuscone, un ejecutivo de Merrill Lynch formado en Harvard y con un máster en Administración de Empresas.
El primero dejó una fortuna de 8 millones de dólares, resultado de sus ahorros e inversiones seguras durante varias décadas; mientas que el segundo, alguna vez incluido en la revista de economía Crain como uno de los empresarios exitosos «40 de menos de 40», en 2008 declaró ante un juez no tener ingresos y su casa fue subastada al 75% de su valor.
Housel dice: “Ronald Read fue paciente; Richard Fuscone fue codicioso. La moraleja de esta historia no es ser más como Ronald y menos como Richard, aunque este no es un mal consejo”.
En este libro el autor argumenta que, al tener vidas moldeadas por experiencias distintas, es normal que nuestras decisiones se orienten en diferentes caminos, y esto no tiene que ver con ser más inteligente o estar más informado, sino con nuestra visión sobre la psicología del dinero. De ahí que esta obra sea una opinión sobre el dinero que para unos puede resultar escandalosa, mientras que para otros puede tener mucho sentido.