En el artículo
¿Pagar impuestos o pagar intereses? El dilema del micronegocio
expuse la posibilidad de
hacer crecer un micronegocio tomando en cuenta a un emprendedor en un mercado sobre ruedas no bancarizado.
Mostré que la
tasa de interés a la que tiene acceso ronda el 120%, lo cual es inconveniente para ampliarse a un segundo local. Un locatario expresó la práctica usual: quien pide 1,000 pesos prestados por la mañana, en la tarde debe pagar 1,100. Un costo exorbitante. Con esa tasa de interés, al cabo de un mes los 1,000 pesos se convierten en 3,400 una cantidad impagable.
El modelo presentado en el artículo en mención explica cómo invertir en la ampliación del negocio para un comerciante que cuenta con activos cercanos a los 400 mil pesos. El cómo no incluye al usurero ni a la tarjeta de crédito, pero si funciona cuando maneja
una buena relación con un banco.
Naturalmente, el banco le
optimiza el manejo de tesorería pagándole interés por mantener saldos por la inversión de su cuenta corriente. Le reduce riesgos al efectuar pagos electrónicos en lugar de cargar con dinero en efectivo y lo financia con una menor tasa de interés, no 120%, ni el 60% de la tarjeta, sino con tasas en un rango del 25% al 15%. Para explicar ese cómo tomo como ejemplo un interés del 20%.
Asumimos en ese artículo que el empleado que trabaja con el emprendedor es un familiar y por ello no requiere inscripción en el Seguro Social, es decir aún no es una unidad económica formal.
Siendo moderno, enfocado a crecer, para este emprendedor ahora hemos incluido el costo de pagar IMSS e INFONAVIT, Afore incluida para sus colaboradores. Con todo eso y
pagando impuestos completos, al emprendedor le resulta más conveniente ser formal, pagar impuestos y bancarizarse, lo cual le dará mejor manejo de su efectivo. La siguiente tabla es un ejercicio que muestra con números los beneficios planteados.
BENEFICIOS A LA VISTA
En el ejemplo puede notarse cómo en el crecimiento financiado por el banco,
al emprendedor le alcanza para pagar el costo de la formalidad: impuesto sobre la utilidad y la inscripción a la seguridad social de sus colaboradores, obteniendo una ganancia superior a la de no crecer.
Además, tiene
el beneficio adicional de haberse capitalizado, ya que ahora cuenta con activos por 1,164,000 pesos; incluso, cuando todavía adeuda al final del primer año 635,406 pesos, cuenta con el triple de ingresos y reduce algunos de los costos, y además genera un ahorro de 7% por manejo de más volumen en materias primas.
Más importante es considerar que va en camino a ser una pequeña empresa, y ya no un micronegocio. La estadística señala para un micronegocio de comercio al menudeo ventas de 1,006,227 anuales promedio y de 38,692,009 para un pequeño establecimiento. La ventaja de dar el salto también está en la competencia: una microempresa compite con otras 2,041,735 unidades económicas, y una pequeña (con entre 10 a 250 colaboradores) con 42,989 comercios.
Algo semejante sucede con quienes se dedican al ramo de preparación de alimentos: las microempresas tienen una venta anual de 457,123 promedio, compiten con 588,944 establecimientos en el país, mientras que los que han invertido en su crecimiento venden 6,474,198, pero compiten sólo con 21,159 pequeños empleadores de chefs.
En pocas palabras,
bancarizarse quiere decir contar con registros financieros para mostrar evidencias de éxito, además de asegurar a sus empleados, beneficiar a la comunidad y aprovechar el financiamiento bancario.
*Presidente de Socios Distinguidos IMEF y Coordinador del Premio a la Equidad de Género
Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no representan la opinión del IMEF.