Previo al 1 de agosto, fecha en la que concluyó la pausa original de los aranceles recíprocos, Estados Unidos anunció diversos acuerdos con la Eurozona, Japón, Corea del Sur y Pakistán. En el caso de México, se acordó extender la pausa arancelaria por 90 días adicionales, hasta el 29 de octubre, antes de la entrada en vigor de una tarifa del 30%. No obstante, las medidas vigentes permanecen, incluyendo un arancel general del 25% (con excepción de los bienes dentro del T-MEC, relacionados con la orden ejecutiva sobre el fentanilo), así como tarifas específicas del 25% a autos, 50% al acero, aluminio y cobre, y 17.1% al jitomate.
Adicionalmente, México se comprometió a eliminar todas las barreras no arancelarias. Cabe destacar que los mandatarios de EE. UU. y China también decidieron prolongar su tregua arancelaria por 90 días, lo cual brindó algo de calma a los mercados financieros, permitiendo a los inversionistas incrementar modestamente su apetito por activos de riesgo. Sin embargo, se reconoce que el proceso ha sido desordenado, que las condiciones podrían cambiar en cualquier momento y que aún persisten muchas dudas sobre los detalles.
En este entorno, la política monetaria en Estados Unidos volvió a cobrar relevancia por ser referencia clave para los costos de financiamiento a nivel global. Así, los inversionistas recalibraron sus expectativas sobre el momento en que la Reserva Federal comenzará a recortar las tasas de interés. El punto de inflexión fue el reporte de empleo de julio, que sorprendió negativamente al mostrar una clara desaceleración. Durante ese mes se crearon únicamente 73 mil plazas, muy por debajo del consenso de 104 mil, y además se revisaron a la baja los dos meses anteriores, restando un total de 258 mil empleos.
A raíz de ello, el mercado comenzó a debatir la posibilidad de tres recortes de -25pb por parte de la Fed en lo que resta del año (frente a los dos recortes previamente anticipados), adelantando la primera baja a septiembre (en lugar de octubre). Como resultado, los rendimientos de los Treasuries de corto plazo (los más sensibles a la política monetaria) disminuyeron alrededor de 28pb, alcanzando mínimos de tres meses. Para dimensionar el ajuste, la reacción fue superior en dos desviaciones estándar respecto a la respuesta promedio observada en los últimos 12 reportes de empleo.
Posteriormente, la publicación de cifras de inflación también sorprendió, aunque en sentido contrario, moderando las expectativas de un recorte inmediato por parte de la Reserva Federal. Los precios al productor de julio repuntaron a su mayor ritmo en tres años, con un incremento mensual de +0.9%, muy por encima del +0.2% estimado, y una variación anual que pasó de 2.3% a 3.3%. La reacción de los Treasuries de corto plazo fue contenida, con pérdidas de alrededor de 5pb, lo que indica que el mercado aún no descarta por completo un ajuste de -25pb el próximo mes.
En este contexto, la sensibilidad de los activos financieros a los datos económicos de Estados Unidos se mantiene elevada, generando vaivenes ante cifras mixtas. En particular, el dólar estadounidense tocó mínimos de tres años a inicios de julio y, desde entonces, ha mostrado una recuperación, aunque de manera irregular, manteniéndose por encima de ese fondo en cada ajuste posterior. Por su parte, el S&P 500 retomó su tendencia alcista y se mantiene cerca de máximos históricos, mientras que la curva de rendimientos de los Treasuries se ha empinado con fuerza, con el diferencial entre los plazos de 2 y 30 años alcanzando máximos de casi cuatro años, al pasar de 94 a 115pb desde finales de julio.
* Subdirectora de Renta Fija, Tipo de Cambio y Commodities de Grupo Financiero Banorte.
Twitter: @LeslieOrozcoV
LinkedIn: Leslie Orozco
Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no representan la opinión del IMEF.
Suscríbete a IMEF News
Análisis y opinión de expertos en economía, finanzas y negocios para los tomadores de decisiones.