Abierto: la historia del progreso humano

Johan Norberg intenta comprender porque las cosas en el mundo están un poco confusas. En la política, en la sociedad hay aspectos positivos y otros negativos, pero todo el mundo progresa. Todos los días, desde hace veinte años cientos de miles de personas salen de la pobreza extrema. Incluso con la pandemia se ha podido vacunar a la población apenas un año después de que irrumpiera el virus en el mundo. Así es que el mundo progresa, pero el mundo tiene temores…

Sobre el libro

ABIERTO
Historia del progreso humano
Johan Norberg
Editorial‎ Deusto

Datos del autor

Johan Norberg (Estocolmo, 1973) es escritor, conferenciante y autor de documentales. Es miembro del Cato Institute de Washington D. C. y del Centre for International Political Economy de Bruselas. Ha publicado más de veinte libros que se han traducido a veinticinco idiomas. Progreso (Deusto, 2017) fue un bestseller internacional que The Economist consideró libro del año. Además, se han publicado en español En defensa del capitalismo global (Unidad Editorial, 2005) y Fiasco Financiero: Cómo la obsesión de los americanos por la propiedad inmobiliaria y el dinero fácil causó la crisis económica (Unidad Editorial, 2015). Escribe habitualmente para medios como The Wall Street Journal, Reason y HuffPost.
Mezcla de relato histórico y de polémica intelectual, este libro defiende de manera convincente por qué debemos seguir luchando en defensa de un mundo abierto con una economía abierta. El autor divide este libro en dos partes: Abierto y Cerrado. La primera trata de intercambios, puertas, mentes abiertas y sociedades, todas ellas abiertas. En Cerrado aborda Ellos y nosotros, Suma cero, Ansiedad anticipatoria, Pelear o escapar y finalmente hace una pregunta: ¿Abierto o cerrado? Y para responderla da los elementos.

Norberg plantea que el entorno político es complicado. En vez de buscar el beneficio mutuo, la opción del mundo político es obligar a los demás a hacer lo que uno quiere que se haga. Esto es así porque unos están demasiado abiertos y otros están demasiado cerrados. Para él es importante estar abiertos, pero muchas veces la política se centra en la suma cero. No es vive y deja vivir. Es come o que te coman. Ambas realidades caben en nosotros mismos.

Desde su perspectiva eso explica el progreso, pero también porqué, a veces, complicamos mucho las cosas. “La apertura se nos da bien, pero le tememos. Tenemos una naturaleza doble: somos comerciantes, pero también tribalistas”.

Su temor lo justifica porque la civilización es la posibilidad de utilizar un conocimiento que uno no tiene. Quien no sabe leer el genoma, o crear una vacuna, puede beneficiarse de ella si forma parte de una sociedad en la que exista ese conocimiento. Quien no sabe hacerlo puede aprovecharlo porque vive en una civilización abierta en la que nos especializamos e intercambiamos libremente nuestras mejores ideas y esto es lo que explica porque una persona no está limitada a sus conocimientos y destrezas. Por el contrario, cuantas más personas haya, cuantos más se intercambie, más se progresa. “Parece un paso pequeño, pero hemos pasado de coordinar los esfuerzos para acabar con un león a poder lanzar cohetes. Esto es lo que supone estar abierto”.

Norberg escribe que cuando se lee la historia de la tecnología, hay hallazgos aparentemente triviales como el paraguas, la bicicleta, el automóvil, el ordenador, internet, la vacuna, hasta llegar a la Ilustración, la libertad de expresión, la biología, todo eso que en su momento se consideró raro, incluso peligroso, pero en las sociedades abiertas supieron aprovechar esos hallazgos y así a la larga prosperamos. Por lo tanto, “el denominador común no es una cultura, una etnia o una religión; el rasgo común es que, en términos relativos, son civilizaciones abiertas al comercio, la migración, a nuevas ideas que surgen dentro y fuera de la sociedad”.

Con ese pensamiento en mente el autor dice que hemos conseguido una civilización extraordinaria porque podemos aprovechar los conocimientos, las innovaciones, los bienes y servicios que no podríamos crear nosotros solos. “Estas son las buenas noticias derivadas de estar abiertos. Tenemos que valorarlo y cuidarlo en todo momento”. Pero, también hay malas noticias. “En términos históricos desarrollamos una capacidad fantástica y podemos cooperar con otros en armonía, incluso con desconocidos. ¿Para qué? Para poder robar y matar a otros. Este es el tribalista que llevamos dentro”.

También dice que surge el miedo a que otros se organicen mejor y nos asalten, nos maten, nos roben. Esto hace que tomemos conciencia de quién está con nosotros y quién no lo está. Nosotros contra ellos. “Este temor a los asaltantes de fuera, y a los aprovechados de dentro, hace que nos convirtamos en tribus. A veces, a corto plazo nos cuesta cooperar porque hay que arriesgar la vida, hay que luchar para quedarte con lo que queda después de la batalla. Pero si alguien no quiere luchar duro, hay que ser consciente de que es un aprovechado. Todo esto desarrolla el sentido de quién es de los nuestros y quién no, quién es leal y quién no, porque hay distintos grupos de nosotros. No es un juego de suma positiva, es uno de suma cero”.

Johan Norberg dice que pensamos que el mundo es un juego de suma cero porque pensamos que así lo era. Pero no siempre porque nos beneficiamos del comercio, de la cooperación con otras tribus, con extranjeros, con desconocidos, pero no siempre y no es suficiente.

En 495 páginas Johan Norberg hace una disertación con abierto y cerrado; con buenas y malas noticias porque “tenemos que ponernos al día, pensando en este mundo bellísimo que hemos creado para comprender y apreciar el valor de estar abiertos, de poder progresar para crear instituciones que podrían transformar este juego de suma cero a otro de suma positiva, siempre y cuando estemos seguros, contemos con el imperio de la ley, poder aprovechar lo que otros crean, comprenderlo, apreciarlo”.

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