Innovación y PyMES: ¿una pareja imposible?

En el mundo actual donde la vieja frase “renovarse o morir” es una realidad irrefutable es probable que las empresas sean conscientes de la importancia de innovar, pero no es tan probable que las Pymes tengan los medios o el camino para hacerlo. De ahí la necesidad de contar con los elementos necesarios para crear una cultura de la innovación que les permita innovar sin morir en el intento.
Por Emanuel Inserra
Para tener clara la importancia de la innovación no es necesario abundar en los casos de Blockbuster, Kodak, Nokia o Blackberry, marcas que quebraron estrepitosamente por no entender hacia donde iba su mercado, sino comprender qué es la innovación.

De acuerdo con el Manual de Oslo, la guía para la gestión de la innovación publicada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la innovación es “la concepción e implantación de cambios significativos en el producto, el proceso, el marketing o la organización de la empresa con el propósito de mejorar los resultados”.

De esta definición se desprenden dos ideas centrales. La primera es que se requieren cambios significativos. Tanto la mejora continua como la innovación aportan una contribución, un impacto en el mercado o una mejora interna, pero lo que distingue a la innovación de la mejora es que la transformación de la idea innovadora requiere hacer algo distinto de lo que la empresa venía haciendo en el pasado.

La segunda es que no solo cambios en el producto es innovación. Estamos acostumbrados a creer que innovar es solo cuando un nuevo producto sale al mercado, pero esto es solo una fracción minúscula de la innovación.

Tomemos como ejemplo a Coca-Cola. En 1886, el farmacéutico John Pemberton estaba buscando una cura para el dolor de cabeza. Después de experimentar con varios ingredientes, finalmente creó una bebida carbonatada que contenía extractos de hojas de coca y nueces de cola. Seis años después de su creación, la bebida tuvo cierto éxito en Atlanta, Georgia, donde Pemberton vivía y trabajaba y fue vendida en 2,300 dólares.

En 1923, Coca-Cola Company nombra a Robert W. Woodruff como Director Ejecutivo y empieza su transformación: elaboró un sistema de producción y distribución en las inmediaciones de las grandes ciudades para dibujar la red de comercialización más óptima posible; ideó la estrategia de comunicación suave basada en el consumo familiar que sigue hasta hoy; internacionalizó la compañía bajo la premisa de que cualquier soldado americano, estuviera donde estuviera en el mundo, podría encontrar una botella de Coca Cola por 5 centavos.

Después de la Segunda Guerra Mundial, Coca-Cola se convirtió en un símbolo de la cultura estadounidense y se promovió activamente en todo el mundo. Hoy en día vale 80,388 millones de dólares.

Es decir, la verdadera innovación que mejoró los resultados no fue la invención del producto sino del proceso, el marketing y la organización de la empresa.

Lamentablemente, en México estamos poco acostumbrados a innovar, sobre todo en las PyMES. El ranking Global Innovation Index (GII), elaborado por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) evalúa el desempeño de innovación de 132 países. En el reporte 2022, México se encuentra en la posición 58, con una trayectoria descendente en los últimos años.

Los 7 pilares del GII para México

Fuente: Global Innovation Index Database, OMPI, 2022.

Este informe destaca muchas áreas de oportunidad para México, pero los dos peores pilares lamentablemente se relacionan con las Instituciones, donde ranqueamos 93, y la Sofisticación de los Negocios en la que estamos en el lugar 76, entre las 132 economías.

En pocas palabras, lo que el Global Innovation Index nos señala es que no existe en México una cultura de la innovación, ni en las empresas ni en el gobierno.
La cultura de innovación en una empresa es la adopción de estrategias y recursos que permitan un espacio para la creatividad y el surgimiento de nuevas ideas.
Innovar no es un tema de recursos, sino de cultura. Se puede generar innovación simplemente promoviendo un espacio para la creatividad, desde un reto por medio de plataformas abiertas colaborativas, hasta una convivencia con el personal para generar nuevas ideas.
Anteriormente se creía que la innovación se daba únicamente en las áreas de Investigación y desarrollo (I+D, o mejor conocidas como R&D, por sus siglas en ingles). Por lo tanto, esto estaba reservado para las grandes empresas que podían costear estos laboratorios y los altos riesgos de sus proyectos.

Aunque este paradigma no ha dejado de ser completamente cierto, si ha cambiado mucho. Seguramente no podremos ver una gran farmacéutica o automotriz sin un departamento de R&D, pero hoy en día la innovación se hace de forma abierta, colaborativa y, sobre todo, involucrando a los usuarios. ¿Quién mejor que el vendedor para saber que los clientes están demandando nuevas presentaciones o sabores? ¿Quién mejor que el responsable de bodega para saber que el lay out ya está rebasado y se debe modernizar?

Justamente, la cultura de innovación en una empresa es la adopción de estrategias y recursos que permitan un espacio para la creatividad y el surgimiento de nuevas ideas. Son acciones que promueven la creatividad dentro de una empresa, incentivando a los empleados de las distintas áreas a tener ideas que se alejen de lo tradicional para crear una nueva forma de trabajar.

Cuando esto se implementa, los valores, hábitos y comportamientos de los empleados cambian, por lo que todos comienzan a trabajar con la innovación como referencia.

Quizás no todas las empresas puedan tener un monumental laboratorio de R&D, pero todas las empresas, incluidas las PyMES pueden innovar. No es un tema de recursos, sino de cultura. Se puede generar innovación simplemente promoviendo un espacio para la creatividad, desde un reto por medio de plataformas abiertas colaborativas, hasta una convivencia/taquiza con el personal para generar nuevas ideas.

Algunos consejos rápidos para crear una cultura de la innovación positiva son:

Sensibilizar a los colaboradores sobre la innovación y sus oportunidades.

Motivar e inspirar a los colaboradores a participar en la innovación junto con sus funciones diarias. No se trata de crear más trabajo, sino de que busquen la forma de mejorar el que ya tienen.

Capacitar y proporcionar a los trabajadores la información, las herramientas y las habilidades necesarias para que puedan innovar.

Generar los recursos, las estructuras y el espacio necesarios para permitir la innovación.

Estos simples actos, repetidos en el mediano plazo, generan una cultura que va permeando en la institucionalidad de la empresa, favoreciendo la innovación y sus jugosos beneficios.

PREDICAR CON EL EJEMPLO
Con esto en mente, el Gobierno de Nuevo León creó el programa PyMES Innovadoras que funciona en dos fases. En la primera, un grupo de empresas ingresa a un diplomado sobre innovación. Son 30 horas de clases intensivas, dirigidas al dueño o a la primera línea jerárquica, donde el objetivo es que cambien el mindset, que aprendan a crear una cultura de la innovación y cómo hacerlo. Al mismo tiempo, como tarea, y apoyados con 10 horas adicionales de un consultor especializado, deben elaborar un proyecto de innovación para su empresa (con ciertos requisitos de plazos y costo), como entregable final para graduarse del diplomado.

En la segunda fase, todos los proyectos de innovación de los graduados concursan para ser apoyados por un subsidio del 50% del proyecto para su implementación. Los mejores proyectos, los de mayor impacto serán apoyados e implementados. El resto, ya tienen su proyecto elaborado para implementarlo cuando tengan o consigan financiamiento, pero lo más importante es que absolutamente todas las empresas se van con otra visión de la innovación y de cómo llevarla a cabo.

¿Porque lo hicimos así? Porque, como vimos anteriormente, lo fundamental es concientizar tanto a las empresas como a las instituciones, no sólo que generen un proyecto, sino que creen y mantengan una postura constante hacia la innovación.

Seguramente hubiese sido mucho más sencillo y fácil implementar un programa similar al famoso y extinto Programa de Estímulos a la Innovación (PEI) del Conacyt, como han hecho otros estados. Sin embargo, esto no hubiese sido ni muy innovador ni creativo. Para generar cambios, hay que predicar con el ejemplo.

Por eso, se dedicaron horas de investigación y reuniones con las cuatro principales universidades del estado, representantes de la sociedad civil y las empresas para diseñar un programa que ataque el problema de raíz (obviamente, con todas las restricciones de presupuesto y normatividad).

Con el paso del tiempo veremos el impacto de PyMES Innovadoras, aunque debemos saber que en temas de innovación no sólo importa el resultado final sino el camino y hoy pusimos nuestro granito de arena para que, tanto en el gobierno como en las Pymes avancemos hacia una cultura innovadora.
Director General del Fideicomiso Fondo de Apoyo para la Creación y Consolidación del Empleo Productivo en el Estado de Nuevo León (FOCRECE).
LinkedIn: Emanuel Gustavo Inserra

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