Del 10 al 21 de noviembre representantes de 198 países firmantes (Partes) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, se reunieron en Belém, Brasil, para la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (
COP30 ). Los participantes llegaron con
un panorama global profundamente transformado en el que tres países (Estados Unidos, Irán y Turquía) no firmaron en 2024 la Agenda 2030.
El mundo ya no es el mismo que hace una década cuando se adoptó el Acuerdo de París. Ahora,
los desafíos tienen que ver con el clima y la política. Mientras el sector privado se moviliza y los mercados verdes emergen, la brecha entre lo que se necesita y lo que los gobiernos se comprometen a hacer sigue siendo, por no poner más calificativos, amplia.
ES NECESARIO PASAR DEL PAPEL A LA ACCIÓN
La COP30 se enmarcó como un punto de
inflexión para ver si los gobiernos, las empresas y la sociedad civil pueden responder colectivamente al desafío que el cambio climático exige. En esta reunión México dio a conocer sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), NDC 3.0.
Las NDC son compromisos climáticos nacionales establecidos en el marco del Acuerdo de París, que detallan lo que hará cada país para cumplir el objetivo de limitar un aumento medio de la temperatura mundial a 1.5 ºC, adaptarse al impacto climático y garantizar una financiación suficiente para lograr estas metas. Son planes a corto y mediano plazo que deben actualizarse cada cinco años con objetivos cada vez más ambiciosos, en función de las capacidades de cada país.
La NDC 3.0 de México representan un cambio profundo respecto a las anteriores porque por primera vez reconoce que los 32 estados del país deben tener un papel central en las decisiones y acciones climáticas. Entre las principales medidas se encuentran:
•Afrontar las sequías severas.
•Prepararse mejor ante huracanes y tormentas.
•Combatir los incendios forestales.
•Proteger ecosistemas clave, como manglares, selvas, dunas costeras y bosques.
Estos cuatro puntos se engloban en: mitigación, adaptación, pérdidas y daños, medios de implementación y política climática transversal.
La NDC 3.0 son importantes porque las pérdidas económicas acumuladas y los efectos serían duraderos y diferenciados entre los diversos sectores sociales y regiones del país, aumentando la desigualdad y dificultando la consecución de metas de reducción de pobreza y desarrollo sostenible. Esto lleva a plantear qué pasaría si las propuestas se quedan en el papel y no aterrizan en acciones concretas.
¿QUÉ PASARÍA EN CASO DE INACCIÓN?
En México, según estudios realizados por diversas instituciones como la Universidad Nacional Autónoma de México (
Estado y perspectivas del cambio climático en México: un punto de partida ) además de los daños a la salud humana, bajo un escenario de altas emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) se esperarían importantes
efectos negativos en la producción agrícola, biodiversidad, ciudades, energía, así como aumentos considerables en la frecuencia y magnitud de eventos extremos y los daños asociados.
Ya lo vimos en este año con las inundaciones en Veracruz.
El estudio mencionado advertía que bajo un escenario de muy altas emisiones de GEI los costos acumulados durante este siglo serían comparables a perder entre el 85% y hasta 5 veces el PIB actual de México (datos presentados en 2023). Las estimaciones incluyen el
calentamiento local en ciudades producido por la urbanización y la persistencia de los impactos del cambio climático.
En un escenario de inacción, la mayor parte de México tendría pérdidas anuales iguales o mayores al 5% del PIB local durante este siglo. En los grandes centros urbanos, este umbral podría rebasarse en el periodo 2030-2040.
Los costos del cambio climático no se distribuirían de manera uniforme geográficamente, ni entre los distintos grupos sociales, sectores o actividades.
Estado de México, Ciudad de México, Jalisco, Puebla y Morelos serían los estados más afectados y cultivos como
maíz, caña de azúcar, sorgo, trigo, arroz y soya son los que registrarían reducciones en rendimientos entre 5 y 20% en las próximas dos décadas y de hasta 80% a finales del siglo para algunos cultivos y estados.
Los estados con mayor aptitud para producción de maíz de temporal podrían perder, a finales del siglo, entre un 30 y 40% sus rendimientos y las áreas que rodean a la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey podrían tener pérdidas económicas durante las décadas de 2030 y 2040.
POR UNA REDUCCIÓN DE RIESGO IMPORTANTE PARA MÉXICO
Ante un escenario que se vislumbra catastrófico, las NDC son un primer paso para combatir el cambio climático. El cumplimiento de las NDC anteriores a las 3.0 (de acuerdo con el estudio de la UNAM) representaría una reducción de riesgo importante para México, de alrededor del 20% de las pérdidas económicas con respecto al escenario de inacción. Para gran parte de México, este escenario lograría retrasar entre 2 y 3 décadas la fecha para rebasar umbrales de riesgo.
Hasta 2023, el costo total en México por inundaciones fluviales era de aproximadamente 7 mil millones de dólares por año. Tamaulipas, Veracruz y San Luis Potosí son los estados con mayores niveles de riesgo con daños anuales que se esperaban entre 400 millones y 800 millones de dólares.
De seguir las condiciones climáticas anteriores a 2023,
los estados con mayores cambios en riesgo por inundación fluvial se encuentran en el centro del país. En el estudio de la UNAM se estimaba que el daño anual esperado por
inundaciones costeras era cercano a 130 millones de dólares por año con
Yucatán encabezando la lista seguido de Campeche, Sonora y Baja California Sur.
REFORZAR ESTRATEGIAS DE ADAPTACIÓN, INVOLUCRAMIENTO Y TRABAJO CONJUNTO
El tiempo necesario para que las sociedades se enfrenten a condiciones climáticas consideradas extremas se ha ido reduciendo de forma importante desde mediados del Siglo XX.
Los cambios previstos hasta 2030-2040 plantean la necesidad de ampliar y reforzar las estrategias de adaptación, involucramiento y trabajo conjunto entre gobierno, sociedad y academia para el codiseño de las mismas.
El cambio climático ya no es un problema del futuro sino una realidad que está modificando profundamente nuestra forma de vivir. Sin embargo, el modelo económico predominante en el mundo sigue ligado al uso de combustibles fósiles y, por ende, destinando recursos económicos a ese segmento energético y reduciendo las partidas para los programas de atención al cambio climático.
¿Qué tan fácil o difícil será atender los problemas derivados del cambio climático? En México la respuesta puede tocar diferentes temas como la
asignación de recursos a la Secretaría de Medio Ambiente que operará con apenas 44 mil millones de pesos y el Anexo Transversal de Cambio Climático con 212 mil millones.
El Anexo es un apartado del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) que identifica y transparenta los recursos presupuestarios destinados a acciones de adaptación y mitigación del cambio climático.
En las actuales circunstancias
el desafío no está solo en ajustar las metas, sino en desarrollar y llevar a la práctica programas de movilidad sostenible, innovación tecnológica y la descarbonización de sectores productivos, entre otras acciones.