El Plan México entre líneas

El Plan México no es extraño pues cada gobierno, incluso subnacional, tiende a formular propuestas para incidir en el desarrollo económico; tampoco es algo que parte de cero, ya que, aunque no esté explicito, parte de situaciones y condiciones del México de un pasado prácticamente reciente.
Por Alejandro Sandoval
En el marco de los 100 días de gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum y dentro del contexto de la imposición de aranceles anunciada por Donald Trump siendo presidente electo de Estados Unidos, el gobierno federal presentó el Plan México, Estrategia de Nacional de Industrialización y Prosperidad Compartida que –sin vínculo de estricto derecho al Plan Nacional de Desarrollo, actualmente en proceso de creación– presumiblemente se convertirá en o parte del eje para la conducción de la economía del país. En este artículo se comentan algunos puntos del plan.

En principio, el documento no es extraño; cada gobierno, incluso subnacionales, tiende a formular propuestas para incidir en el desarrollo económico. Por ejemplo, en Chihuahua desde los años noventa se presentó el proyecto Chihuahua Now, buscando atraer a la industria maquiladora. También en esta entidad se creó el Consejo de Desarrollo Económico y sus consejos regionales para fijar líneas de acción para el desarrollo económico. Ejercicios similares se dieron en otros estados.

Volviendo al Plan México, su misión incluye ser un plan de largo plazo para el desarrollo regional del país; promover la relocalización y elevar el contenido nacional y regional, así como la sustitución de importaciones. Pero ¿cómo entender los elementos de la misión? ¿Se cuentan con las condiciones y los elementos necesarios?

Respecto al Incremento de proveeduría nacional con mayor valor agregado hay críticas sobre si se trata de una sustitución de importaciones como la vivida el siglo pasado; sin embargo, para lograr dicho esquema, se requiere cerrar la puerta al comercio internacional, y ello no está siendo propuesto.

No obstante, dentro de las metas y proyectos específicos, hay dos deficiencias notorias que tendrían que subsanarse: la certidumbre jurídica a través del marco normativo idóneo para lograr los proyectos específicos; y las condiciones económico-financieras, así como de investigación y desarrollo.

El escenario se torna de oportunidad para instituciones financieras y fondos de inversión, así como para inversionistas no institucionales que puedan fondear las inversiones requeridas para un objetivo de tales dimensiones.

En relación con la regionalización, a través de los años se han desarrollado fortalezas y debilidades sectoriales y subsectoriales en diversas regiones del país, por lo que lo que se plantea en el Plan México puede ser una oportunidad para apuntalar el deseable desarrollo económico, buscando anclar cadenas productivas en las regiones, consolidándolas como ocurre en otras naciones.

En el Plan México se reconoce este potencial, sin embargo, habrá que evaluar si dichas aglomeraciones se hacen coherentemente; por ejemplo, para ciertos subsectores económicos unir a Baja California con Baja California Sur y Sonora puede ser sensato, pero para otros no es posible. Lo mismo ocurre en la franja fronteriza.

La locación geográfica no lo es todo, mucho tiene que ver clima, acceso a mercados y capital humano, entre otras condiciones, por lo que para ciertos temas seguro Tijuana, Ciudad Juárez y Matamoros deben considerarse polo frontera norte, pero en otros temas, son completamente incompatibles.

Sobre la Integración continental, se infiere que la palabra continental se refiere a toda América, por lo tanto, el centro de atención continúa en Estados Unidos, el cliente principal en el mundo. Además, brinda notoriamente respaldo al argumento que diversos gobiernos han estado promoviendo en años recientes: regionalismo frente globalización.

Ante ello, si bien se genera el sacrificio de las mayores ventajas de la globalización, lo cierto es que, dadas las circunstancias, quizá, es la mejor decisión, siempre y cuando: se defienda lo existente (como el TMEC); se aporte lo posible en cuanto a condiciones jurídicas y financieras para el desarrollo de proyectos; se evite la cancelación de los acuerdos y procesos de flujos financieros entre sistemas financieros de cada país, ante el riesgo de la declaratoria de considerar organizaciones terroristas a los cárteles de narcotráfico; y se cuente con una política para hacer frente al posible regreso masivo de compatriotas (y de ciudadanos de otros países) a México.

Seguro habrá que realizar sacrificios, incluso cambios en dogmas, pero en la inmediatez hay urgencia de prevalecer. El Plan México, aparentemente, busca eso en su estructura de metas, proyectos y bases. En cuanto a oportunidades para la empresa, es obvio que ya existen y el objetivo es evitar que se pierdan; en todo caso, el tema es evaluar estratégicamente cómo aportar con el objetivo de anidación de proveeduría regional y cómo aprovechar en su momento los escenarios aun potencialmente sobre regulados que vienen (por ejemplo, aranceles de Estados Unidos con reglas de excepción).

El Plan México promueve en esencia temas que dejan ver el interés del gobierno en que prevalezcan ciertos hitos logrados en el pasado próximo: una economía de libre mercado que participa en el comercio internacional, un bono demográfico que genera oportunidad, bases para crear una política industrial y mayor integración continental.
Abogado, economista y financiero de la firma de servicios profesionales Solo Negocios
Presidente de IMEF Grupo Ciudad Juárez
Expresidente ANADE Sección Chihuahua
Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no representan la opinión del IMEF.

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