Gasto más inteligente para fomentar el crecimiento

Gastar de forma más eficiente y reasignar recursos públicos hacia la inversión e innovación puede ser una poderosa estrategia de crecimiento.
Por Era Dabla-Norris, Davide Furceri, Zsuzsa Munkacsi y Galen
Lo que ha logrado Rwanda en las últimas dos décadas es notable. Casi todos los hogares ahora tienen acceso a teléfonos móviles y educación primaria. Más de la mitad de la población tiene electricidad, y uno de cada cinco habitantes dispone de agua potable y servicios de saneamiento. Los ruandeses ahora consumen tres veces más electricidad y viven 20 años más.

Estas mejoras se consiguieron gracias a aumentos relativamente modestos del gasto en inversión, educación y salud, de 150 a 420 dólares por persona, cifra que es inferior incluso al promedio de África subsahariana. Lo que marcó la diferencia en Rwanda fue un gasto público más eficiente. Esta estrategia es una forma de responder a las presiones fiscales derivadas del crecimiento lento, el aumento de la deuda, el envejecimiento de la población y mayores demandas en materia de defensa. La clave está en hacer que cada centavo de los recursos de los contribuyentes cuente.

En nuestro último informe Monitor Fiscal, un nuevo estudio de 174 economías muestra que, si adoptaran prácticas óptimas, los gobiernos podrían extraer en promedio un tercio más de valor del gasto que realizan. Al gastar de manera más eficiente y asignar mejor los recursos existentes, a largo plazo las economías de mercados emergentes y en desarrollo y las economías avanzadas pueden incrementar el producto en un 11 y 4%, respectivamente. Gastar de forma más inteligente no es una mera táctica fiscal, es una estrategia de crecimiento.



QUÉ SIGNIFICA GASTAR DE MANERA MÁS INTELIGENTE
En primer lugar, asignar mejor el gasto ya en curso. En la mayoría de los países, la inversión pública, que es capaz de promover el crecimiento, ha disminuido en 2 puntos porcentuales del gasto total en las últimas dos décadas. Otro ámbito similar es el de la educación, donde el gasto público ha permanecido en un nivel módico de alrededor del 11% del gasto total. Al mismo tiempo, muchos países deben afrontar una elevada masa salarial del sector público, que en promedio representa una cuarta parte del gasto total.

En segundo lugar, significa mejorar la «eficiencia técnica del gasto», es decir, el nivel máximo de producto que se puede lograr a partir un determinado nivel fijo de gasto público. Para medir esto, comparamos los resultados observados con las prácticas óptimas en materia de gestión, tecnología y mecanismos institucionales.

Por ejemplo, Canadá gasta alrededor de 2,500 dólares por persona al año en educación, es decir, alrededor de 300 dólares menos que otras economías avanzadas. Y, sin embargo, los adultos completan un promedio de 13.7 años de escolaridad, que es el segundo mejor resultado a escala mundial, solo detrás de Alemania.

IMPORTANTES VENTAJAS ECONÓMICAS
El gasto público inteligente puede estimular notablemente el crecimiento a largo plazo tanto en las economías avanzadas como en las economías en desarrollo. Según nuestro análisis, redirigir un 1% del producto interno bruto del consumo público de bajo impacto hacia la inversión en infraestructura eleva el producto alrededor de 1.5% en las economías avanzadas y 3.5% en las economías de mercados emergentes y en desarrollo en un lapso de aproximadamente 25 años.

Redirigir ese mismo monto hacia la inversión en capital humano, para modernizar los sistemas educativos, por ejemplo, puede generar aumentos de alrededor del 3% y 6% en esos dos grupos de países, respectivamente. Es importante destacar que esta reasignación del gasto también puede reducir la desigualdad del ingreso.

Ejecutar el gasto de forma más eficiente amplifica estas mejoras a largo plazo. Lograr una mejora de 10 puntos porcentuales en la eficiencia del gasto puede redundar en un aumento adicional del producto del 1.4%. Cuanto más pronto cierren estas brechas los países, mayores y más inmediatas serán las recompensas.

Las políticas complementarias también revisten importancia. En las economías avanzadas, combinar las actividades de investigación y desarrollo con inversiones en capital humano mejora la productividad. En las economías emergentes y en desarrollo, compaginar el gasto en infraestructura con el gasto en educación equilibra los beneficios a corto plazo con los de largo plazo: el capital físico estimula el producto rápidamente, mientras que el capital humano sienta las bases para la productividad futura.



LOGRAR REFORMAS EFICACES
Las reformas del gasto plantean desafíos. Los países a menudo fijan niveles legales mínimos de financiamiento para educación, salud y protección social. Modificar los salarios públicos y las pensiones también es complicado. A escala mundial, alrededor de un tercio del gasto está efectivamente «bloqueado», y de manera más inflexible en las economías avanzadas.

Pero hay ejemplos buenos de cómo lograr avances. Para reducir esa inflexibilidad, Estonia y Suecia recurrieron de forma activa a la planificación fiscal plurianual, que obliga a compensar el gasto nuevo en años futuros. Además, condicionaron más estrictamente las asignaciones presupuestarias a los resultados ya obtenidos. Esta manera estratégica de reformar el gasto es más eficaz que los recortes generales, que pueden comprometer los servicios esenciales y reducir la eficiencia.

Combatir la corrupción, afianzar el Estado de derecho y mejorar la transparencia presupuestaria son medidas que también podrían aumentar la eficiencia. También es útil contar con procesos de contratación competitivos, gestionar mejor la inversión pública y digitalizar las finanzas públicas. En Togo, por ejemplo, la eficiencia de la inversión aumentó 5 puntos porcentuales después de que el país introdujera los análisis de costo-beneficio para todos los proyectos y la planificación plurianual en 2016.

Vincular la edad de jubilación a la esperanza de vida, o dar prioridad a la prevención de enfermedades para contener los costos de salud futuros, puede asegurar la sostenibilidad a largo plazo del gasto social. También es crucial alinear la remuneración del sector público con parámetros de referencia del mercado y controlar más estrictamente la nómina, sobre todo en las economías en desarrollo, donde los salarios públicos tienden a superar los del sector privado en 10% o más.

Por último, revisar el gasto en función de objetivos claros y de las decisiones presupuestarias ayuda a los gobiernos a identificar oportunidades de ahorro y a mejorar el impacto. En la República Eslovaca, esas revisiones revelaron que se podía ahorrar un 7% del gasto público.

En definitiva, hacer más eficiente el gasto y canalizar mejor los recursos existentes permite a los países fortalecer las finanzas públicas, crear resiliencia y fomentar el crecimiento económico a largo plazo.
*Era Dabla-Norris es subdirectora del Departamento de Finanzas Públicas del FMI, donde dirige la elaboración del Monitor Fiscal, una de las publicaciones emblemáticas del FMI, y las labores relacionadas con política fiscal y la inteligencia artificial.

Davide Furceri es jefe de división en el Departamento de Finanzas Públicas. Anteriormente, fue jefe de misión para Camboya y subjefe de división en el Departamento de Asia y el Pacífico del FMI.

Zsuzsa Munkacsi es macroeconomista en el FMI y se especializa en mercados laborales, demografía y reformas estructurales.

Galen Sher es economista a cargo de Alemania en el Departamento de Europa del FMI.

**Este artículo se publicó el 8 de octubre de 2025 en el Blog del FMI. https://www.imf.org/es/blogs/articles/2025/10/07/spending-smarter-to-boost-growth
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