La inflación, en tiempos recientes, ha sido consecuencia del alza de precios exóticos que, como hemos visto, proceden de eventos estructurales como fue la escasez de producción de chips informáticos para las industrias de la computación, comunicaciones y automotriz; y dos guerras, además del clima; un bloqueo casual del canal de Suez por aquel carguero de contenedores, así como por el incremento en la oferta de dinero por los subsidios en Estados Unidos al Covid y por la enorme cantidad de remesas recibidas en México.
En los últimos 10 años, el índice INPC es de 56.98%, impactado por la inflación de 77.31% en alimentos y energía, cuando los servicios, quizá por escasez de demanda, subieron sólo 39.49%, lo cual ayudó a compensar el alza en precios de mercancías que fue de 62.27%.
En ese periodo la subyacente conjunta niveles de 50.85%, pero por la proporción de bienes cuya volatilidad de precios es mayor, los no subyacentes consistentes en alimentos y energía, con 77.31% de inflación, hacen que el INPC al ponderarlo quede en 56.98% por los 10 años analizados (2013-2022).
Y mientras esto sucedió con la inflación, ¿qué pasó con los salarios? Si revisamos cada una de las ramas económicas integradas en el análisis de productividad del INEGI tendremos la respuesta.
RAMAS CON INCREMENTO SALARIAL MAYOR A LA INFLACIÓN
Los datos de 78 ramas reportadas por el INEGI en materia de productividad en su informe 2023, con datos a 2022, se agrupan en personas asalariadas según el nivel educativo: bajo (primaria), medio (secundaria y preparatoria) y alto (licenciatura y estudios superiores).
En la tabla 1 se observa el conjunto de las ramas con los trabajadores asalariados que han logrado obtener un incremento salarial por arriba del 56.98% de inflación general en 10 años; se cuentan 3.4 millones de personas, dentro de un total de asalariados de 40.7 millones que representan el 8.4% de los colaboradores subordinados (formales e informales).
Su salario promedio ponderado de 8,165 pesos se ve determinado en buena medida por dos ramas que cuentan con muchos trabajadores cuyo salario es bajo: la agricultura y el comercio al mayoreo.
Algunas de ellas son ramas muy tecnificadas y para lograrlo, muy capitalizadas, con salarios altos, como las de fabricación de equipo de transporte, de equipo de computación, así como las aseguradoras y afianzadoras, cuyo promedio salarial posiblemente está influido por contratación de personas con nivel alto de educación.
La tabla 2, presenta a los asalariados que sí obtuvieron incremento real, agrupados por nivel educativo:
Son 13 ramas (de 78), que abarcan a los trabajadores con nivel de educación alto, medio o bajo que han logrado en una o más categorías educativas superar con incrementos salariales a la inflación. Además de los 10 que presentó la tabla 2, hay otras seis ramas con incrementos superiores a la inflación, pero sólo en niveles educativos altos y/o medios: cría y explotación de animales, fabricación de aparatos eléctricos y equipo (ambas con niveles educativos alto y medio; comercio al por menor y fabricación de muebles, colchones y persianas, las dos con nivel alto; y de nivel medio fabricación de productos textiles (no prendas de vestir) y servicios para actividades agropecuarias.
La tabla 3 tiene una configuración de las mismas ramas de la tabla 2, las que han superado la inflación, ahora agrupadas por sector de la economía:
Es notorio que el sector agropecuario pudo recibir el mayor de los incrementos en dos de sus cuatro ramas, porque tiene un salario promedio menor al salario mínimo, 91% del de ese último año, por lo que le falta camino por andar. Además, es de notarse que son sólo 3.4 millones de los 40 millones de trabajadores subordinados los que mejoraron su percepción en términos reales.
LAS DE INCREMENTO SALARIAL QUE NO CUBRE LA INFLACIÓN
La tabla 4 muestra lo contrario, hay un total de 65 ramas cuyas remuneraciones promedio no se han incrementado para cubrir la inflación. Nuevamente, las peor remuneradas son las agropecuarias cuyo salario representa sólo el 93.6% del salario mínimo del último año reportado.
Por último, la tabla 5, está formada por las 15 peores ramas en materia de incrementos salariales, agrupadas según el nivel educativo de su personal. Es en verdad un escándalo, en algún tiempo diríamos “es un pecado social” que no hayamos sido capaces de incrementar las remuneraciones con la inflación, sino que hayan perdido 12%, de la misma en los últimos 10 años.
Observo que son salarios medianamente altos, vistos en comparación de otras ramas y por nivel educativo, pero pareciera que se pensó: como no son los peor pagados, dejémoslos como están… ¡Por 10 años!
¿Dónde queda entonces la línea para una política económica exitosa? ¿Será en subir salarios por decreto, o impulsar a la inversión en ramas económicas de mayor valor agregado y productividad o, los dos caminos?
NO SE PUEDE SEGUIR ASÍ
Inflación e incremento a los salarios, no necesariamente se contraponen, pero sólo en 10 de 78 ramas económicas, de ahí que la política de mejorar las remuneraciones basadas en incremento al mínimo muestra ser políticamente rentable, pero prácticamente tienen una dilución significativa en su impacto; debe haber un mejor incentivo. ¿Infiere usted cuál es? Porque recuerde que un indicador promedio como es la inflación no puede resolver la problemática del salario que se encuentra por debajo de la línea de pobreza y los de pobreza extrema.
Si quiere conocer ¿Cuáles son los Indicadores y puntos de inflexión de la pobreza laboral? puede consultar el artículo que se publicó en la
edición 90 del News IMEF