La inflación de México se ubicó en 0.09% en la primera quincena de abril. Es inusual, ya que desde 2010 solo se han registrado inflaciones quincenales positivas en este periodo en 3 años: 2021, 2022 y 2024. A tasa anual, la inflación se ubicó en 4.63%, mostrando una marcada aceleración con respecto al 4.37% observado en la segunda quincena de marzo. El repunte de la inflación no era esperado y es evidencia de que las presiones inflacionarias continúan.
Aunque algunos nieguen que el aumento en el salario mínimo genera alzas en la inflación, los datos muestran lo contrario. Es posible que al inicio de esta administración, cuando solo una pequeña proporción de los trabajadores recibían un salario mínimo, la fuerte alza en el salario mínimo no se veía reflejada en la inflación. Ahora, después de varios años con incrementos fuertes en el salario sin estar acompañados de un aumento en la productividad, se genera presión al alza, particularmente en el sector servicios. Además, el gobierno tiene un déficit presupuestario para este año de 5% del PIB, lo que también genera presión sobre la inflación.
En la primera quincena de abril, el fuerte repunte en la inflación se debió a: 1) las mercancías, tanto alimenticias como no alimenticias, que habían mostrado desaceleraciones en quincenas previas; 2) al sector servicios, que sigue subiendo; 3) a los productos agropecuarios; y 4) a los energéticos, a excepción de las tarifas de energía eléctrica.
Debido a que hay productos que un día suben y al otro bajan, la inflación se clasifica en subyacente y no subyacente. La subyacente incluye a los productos con los precios más estables, por lo que se considera la inflación medular de la economía, con la cual puede determinarse la trayectoria de la inflación en el mediano y largo plazos. Por su parte, la inflación no subyacente incluye a los productos con los precios más volátiles, así como las tarifas autorizadas por el gobierno.
Al determinar si existen presiones inflacionarias que pueden llevar al alza a la inflación en el largo plazo, se debe observar cuál de los componentes es el que está aumentando, pues podría tratarse solo de un alza transitoria o inclusive estacional.
En la primera quincena de abril, la inflación subyacente se ubicó en una tasa anual de 4.39% y quincenal de 0.16%, lo que implicó una aceleración respecto a la quincena anterior cuando observó una inflación de 0.02%. Al interior, las mercancías mostraron una inflación quincenal de 0.24%, acelerándose fuertemente con respecto a la quincena previa en la que observó una inflación de apenas 0.06%. Dentro de este componente, las mercancías alimenticias mostraron una inflación de 0.22% quincenal y 4.85% anual, mientras que las mercancías no alimenticias también mostraron un fuerte repunte ubicándose en 0.26%, después de no registrar variación en precios la quincena previa.
También dentro del componente subyacente, la inflación de servicios repuntó de -0.02% quincenal en la segunda quincena de marzo a 0.07% en la primera quincena de abril. Con esto, la inflación anual de servicios subió a 5.21%, acumulando 42 quincenas consecutivas por encima del 5%.
Estas inflaciones dentro del componente subyacente son una mala noticia para los pronósticos de inflación, pues difícilmente se tratan de altas inflaciones transitorias.
Por otro lado, la inflación no subyacente, que incluye los productos cuyo precio es más volátil y las tarifas autorizadas del gobierno, mostró una aceleración al ubicarse en 5.38% anual, aumentando desde el 4.23% registrado en la quincena previa y siendo la mayor tasa anual para la inflación no subyacente en las últimas 27 quincenas. A tasa quincenal la inflación no subyacente se ubicó en -0.12%, pero al comparar contra otras quincenas iguales, resalta que la contracción de 0.12% de la inflación no subyacente en la primera quincena de abril de este año es la más moderada en los últimos 19 años, pues las contracciones en los otros años fueron más pronunciadas.
Al interior, los productos agropecuarios mostraron una inflación de 1.68% quincenal, la mayor para una quincena igual desde el 2011, mientras que a tasa anual se ubicaron en 6.98%, acelerándose fuertemente con respecto a la quincena anterior (5.14%). Dentro de este subcomponente, las frutas y verduras registraron una inflación quincenal de 3.38%, después de acumular 4 quincenas consecutivas de contracciones donde sumaron un retroceso de 12.70%, mientras que a tasa anual se ubicaron en 18.22%, acelerándose respecto a la quincena previa de 12.76%.
Las presiones al alza en este subcomponente estuvieron lideradas por el chile serrano con una inflación anual de 31.81%, que implica una inflación anualizada de 782%, seguido por el tomate verde con un alza quincenal de 22.97% y otros chiles frescos con un alza de 18.39%.
Por otro lado, los productos pecuarios mostraron una inflación quincenal de 0.19%, acelerándose también con respecto a la quincena anterior (0.05%). Por su parte, los energéticos y tarifas autorizadas por el gobierno registraron una inflación quincenal negativa de 1.66%, acumulando 3 quincenas consecutivas de disminuciones. A tasa anual mostraron una inflación de 4.01%, la mayor desde la primera quincena de octubre del 2022 (4.18%).
Al interior, los energéticos se ubicaron en -2.45% quincenal, debido al ajuste programado de tarifas de energía eléctrica, mientras que a tasa anual se ubicaron en 4.39%, la mayor inflación desde la segunda quincena de septiembre de 2022 (5.68%). Por genérico, las presiones a la baja (quincenal) para la inflación de energéticos se concentraron en electricidad (-12.98%), pues todos los demás energéticos registraron incrementos.
Todo esto apunta a que algunos de los riesgos al alza para la inflación se están materializando. Por lo pronto, se mantiene la expectativa de inflación al cierre el año en 4.25% anual en un escenario central, pero si la inflación sigue subiendo implicará que se está comportando de acuerdo al escenario pesimista, en donde podría nuevamente alcanzar 5% en junio y después descender para cerrar el año en 4.65%.
Todo un reto para el Banco de México.