La atención de los mercados se ha desplazado temporalmente del frente comercial al fiscal.
Esto tras avances significativos en las negociaciones entre EE. UU. y sus principales socios, así como por declaraciones menos disruptivas del presidente Trump. Ahora, las miradas están en el plan fiscal que incluye varias disposiciones, como aumentar el límite de la deducción de impuestos estatales y locales (SALT), eximir temporalmente de impuestos las propinas y el pago de horas extras, e impulsar el gasto militar y la aplicación de la ley migratoria. Con ello se han intensificado las preocupaciones sobre el impacto de un déficit fiscal más amplio. El proyecto de ley fiscal fue aprobado por la Cámara de Representantes y ahora pasará al Senado, donde se espera que se hagan cambios sustanciales.
Esta mayor percepción de riesgo se reflejó en la reciente decisión de Moody’s de rebajar la calificación crediticia de EE. UU. a ‘Aa1’ desde ‘Aaa’ el 16 de mayo, cambiando la perspectiva a ‘estable’ desde ‘negativa’. La agencia crediticia refirió al aumento de la deuda pública como uno de los principales riesgos de la nación.
Los activos financieros reaccionaron al cambio de calificación de la mayor economía del mundo, sobre todo los bonos del Tesoro. La curva de rendimientos en EE. UU. registró una pendiente más pronunciada como resultado de un incremento más acelerado en las tasas de mayor plazo respecto a las de corto plazo.
En particular, las tasas a 20 y 30 años repuntaron a máximos no vistos desde octubre de 2023, superando la figura de 5.00%. En lo que va del mes, estas referencias acumulan pérdidas de 40pb detonadas por la amenaza de que un mayor déficit fiscal amenace el estatus de EE. UU. como refugio seguro. La dinámica de los Treasuries se extendió a los bonos de todas las regiones, aunque en menor escala.
Los Bonos M en México acumulan modestas pérdidas, resultando en diferenciales respecto a sus pares norteamericanos más apretados. En particular, la prima de riesgo local, calculada como el diferencial entre el Bono M de 10 años y el Treasury del mismo plazo, se ha comprimido a mínimos de casi dos años alrededor de 480pb.
En el cambiario, los índices del USD siguen operando en niveles bajos, muy cerca de mínimos de 18 meses. Esto ha permitido avanzar a la mayoría de las divisas desarrolladas y emergentes. En el último grupo, las de Latinoamérica se han mantenido defensivas.
En particular, el peso mexicano ha cotizado dentro de un rango acotado, alcanzando su mejor nivel intradía en los últimos siete meses de 19.25 por dólar a finales de mayo. Sin embargo, este nivel también ha fungido como una resistencia clave de corto plazo. Ahora, la divisa se estabiliza en la zona de 19.30 por dólar, acumulando una apreciación en el año de 7.8%, posicionándose como la segunda más fuerte de la región.
En cuanto a otros activos, el oro consolidó su operación por arriba de 3,200 dólares por onza troy, manteniéndose cerca de los niveles récord, mientras que el Bitcoin alcanzó nuevos máximos históricos al superar los 111,000 dólares. Por su parte, las bolsas se mantienen en terreno positivo, aunque el reciente rally se pausó ante señales de que el mercado está sobrecomprado en el corto plazo.
Por ahora, los inversionistas han mostrado mayor preocupación por el déficit presupuestario relativo al déficit comercial, por lo que la atención continuará en dicho frente sobre todo a los avances al interior del Senado.