Reiteradamente nos ha dicho que a lo que hay que aspirar es a vivir con lo mínimo indispensable, sin lujos; “para qué dos pares de zapatos sí con uno es suficiente”. Reiteradamente ha utilizado su viperina lengua mañanera para criticar y casi insultar a quienes él considera como aspiracionistas, a esa clase media que se atreve a buscar un mejor futuro para sus hijos. Reiteradamente ha afirmado, para esconder el estrepitoso fracaso de él y de su gobierno en materia de progreso económico, que lo importante es la felicidad alejada de cualquier satisfacción material.
Por alguna razón digna de análisis psicológico, parecería ser que su ideal es el México de los años cincuenta del siglo XX, con una población mayoritariamente rural o habitando en poblaciones muy pequeñas, viviendo de lo que la tierra provea. Mexico como Tepetitán en 1953.
Con esa mentalidad pueblerina, el viernes pasado en Jalisco señaló que los productores agrícolas no deberían pensar con vender su producción en el mercado, sino producir para el autoconsumo. Afirmó “vamos a producir lo que consumimos, tenemos las tierras y habrá agua y vamos a dar los apoyos para que pequeños propietarios, ejidatarios y comuneros nos ayuden sembrando, como siempre lo hacen, pero a lo mejor pueden ampliar sus áreas de producción, hay que hacer esa campaña de producir para el autoconsumo”. Y dijo “se puede producir para el mercado, para vender alimentos, pero empecemos por producir lo que consumimos, que se produzca maíz, frijol, arroz, trigo, leche, lo básico además de gallinas, pollos y huevos”.
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