Perspectivas, retos y oportunidades del comercio exterior

En el comercio exterior destacan ejemplos de éxito regional, así como algunos tópicos que deben ser previstos para evitar daños que le impidan continuar siendo el motor de la economía de México al que se incorpore un mayor número de empresas.
Por Alejandro Sandoval-Murillo
El comercio exterior es el principal motor de la economía mexicana desde 1986 cuando México modificó estructuralmente su economía al ingresar al GATT (posteriormente Organización Mundial del Comercio) para después ser parte del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (hoy el Tratado México-Estados Unidos-Canadá) y posteriormente firmar una serie de tratados comerciales que hoy posicionan al país como líder en dichos vínculos y oportunidades. En este proceso de apertura también inició un proceso de reformas legales y asimilación para la Inversión Extranjera Directa (IED), de la cual una buena parte ha tenido amplia injerencia en el comercio exterior.

En la perspectiva de las importaciones, una de las consecuencias positivas de esa apertura ha sido que durante décadas ha influido positivamente en la relativa estabilidad en el proceso de construcción de precios al consumidor, en función de la competencia que confiere exponerse ante más oferentes de los diversos satisfactores del consumo de los mexicanos, con la reserva del actual ciclo inflacionario y algunos momentos que por cuestiones endógenas se alteró esa tendencia.

En esencia, hoy los mexicanos contamos con amplia accesibilidad a bienes de consumo en condiciones de competencia, que nos brindan la viabilidad de elevar —ligera pero certeramente— la calidad de vida en métricas de satisfacción de consumo, un tema no menor, ya que si bien la apertura comercial mexicana ha provocado sostener en el largo plazo un déficit en la balanza comercial (tendemos a importar más de lo que exportamos), lo cierto es que hay ganancia en el acceso a los bienes de consumo.

Cierto, hay mucha oportunidad de negocio para converger a superávit la balanza comercial, pero es un tema vinculado a políticas públicas nacionales y subnacionales, así como una mejor cultura empresarial. Sin embargo, en dicho déficit destaca un punto central: los mexicanos podemos y logramos consumir los satisfactores aún con una economía interna estancada en décadas y esto es bueno.

Respecto a la IED manufacturera, ésta es un factor fundamental que acrecienta recurrentemente los valores del comercio exterior, ya que muchas industrias en su proceso de producción importan insumos intermedios, procesan y exportan productos con una valoración agregada determinada, si bien aún limitada, certera y creciente.

Uno de los rubros relevantes es precisamente generar una derrama económica para nuestra economía, que al menos en la óptica del consumo, ha mejorado las condiciones en general de la población, sin que ello signifique un hito en el desarrollo económico sostenido. Un ejemplo es la economía de Ciudad Juárez, que, si bien tiene muchos retos para mejorar la calidad de vida de su población, el flujo de efectivo que genera a partir de la industria maquiladora es muy amplio y, por ende, las oportunidades de consumo frente al estadio previo en que se encontraba el individuo es notoria.

OPORTUNIDAD EN EL PROCESO DE RELOCALIZACIÓN DE INVERSIONES
Y es que dicha industria —con tan solo 300 empresas IMMEX de 45,000 en total en la ciudad, según el Directorio Estadístico Nacional de Unidades Económicas (DENUE) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI)— moviliza alrededor del 60% del comercio exterior de Chihuahua y la derrama económica que se genera con el empleo, compras indirectas a empresas locales, así como poca, pero cierta proveeduría directa, además de una movilidad del dinero (flujo) al brindar buenas oportunidades en otro tipo de subsectores.

En cuanto a valoraciones comparativas a nivel subnacional, por su ubicación geográfica y la suma del capital humano asimilado (procesos migratorios sobre todo en los años noventa), Chihuahua se ha posicionado durante décadas en los primeros lugares de la balanza comercial nacional; incluso en 2022, se ubicó en primer lugar en exportaciones. La tarea ha recaído en gran parte en la industria maquiladora que hoy, ante el proceso de relocalización de inversiones, tiene una nueva oportunidad de crecer, diversificarse e incluso acrecentar el valor agregado dada la tecnificación de sus procesos de producción.

Sin embargo, es importante incluir en la última década a otro subsector económico importante: la agroindustria. Desde las regiones de Cuauhtémoc y su corredor industrial hacia el norte, la región de Delicias a Jiménez, desde la ciudad de Chihuahua hasta Villa Ahumada por la carretera Panamericana y en la región de Casas Grandes se cuenta con importantes productores agrícolas que han ido dando pasos certeros a procesos industriales para brindar valor agregado a sus productos, que gran parte tienen destino foráneo gracias a la apertura comercial.

Lo anterior aporta una métrica extra al comercio exterior, llevando a Chihuahua a sumarse a los productores de aguacate, tequila y frutos rojos, entre otros, del país y contar con un superávit comercial con Estados Unidos en materia alimenticia.

POLÍTICAS PÚBLICAS ERRÁTICAS
Ciertamente la economía mexicana en los últimos 40 años ha crecido no más de 2% anual promedio lo cual, respecto a su potencial más, sus necesidades, es tajantemente mediocre. Pero, es notoriamente más un problema endógeno que con sus políticas públicas en vaivén no han permitido exaltar la economía nacional, recayendo en el comercio exterior el motor que realza ese limitado, pero certero crecimiento y sus inherentes oportunidades.

Como muestra de esas erráticas políticas públicas destacan normas pensadas para grandes empresas, pero imponibles a todas, cuando la demografía empresarial mexicana se compone de 97% de pequeñas y medianas empresas y tan solo 3% de grandes, provocando una amplia oportunidad para sesgarse hacia la informalidad, entre otros problemas orgánicos. Por ende, el comercio exterior debe ser sostenido para tomar las oportunidades como varios países asiáticos lo han hecho en las recientes décadas.

Ahora bien, la tendencia de generar políticas públicas erráticas permea en toda la economía y el comercio exterior no está exento. Si bien los gobiernos desde 1986 a la fecha aparentemente aprecian esta oportunidad de la apertura comercial, lo cierto es que recurrentemente se generan políticas que ponen en riesgo la tendencia de crecimiento que arroja el subsector.

Algunas de esas políticas llegan a ser justificadas, pero otras simplemente no tienen cabida. Empezando por las leyes competentes y las reglas generales de comercio exterior con sus recurrentes modificaciones, así como las estructuras organizacionales que dirigen la eficacia de dichas normas como la Aduana, la Secretaría de Economía e incluso el Servicio de Administración Tributaria, junto con otras dependencias coadyuvantes en diversas materias como las que buscan aplicar las Normas Oficiales Mexicanas y otros mecanismos de protección. Todas ellas con una función específica, pero que en ocasiones provocan distorsiones en los procesos de interacción económica.

SOBRE TRES PILARES
Y es que el comercio exterior es la mejor muestra de cómo funciona y los beneficios que arroja una economía de libre mercado, donde se deben regular tres pilares centrales:

1. Que los agentes económicos sean precio-aceptantes (no prácticas monopólicas).

2. Que no haya trabas de acceso o salida del mercado (no sobrerregulación).

3. Que haya un pleno acceso a la información del mercado para la mejor toma de decisiones (transparencia).


Por ende, cuando las políticas públicas directas sobre regulan al comercio exterior dañan al motor de la economía mexicana. Y si las políticas públicas son indirectas, pero brindan permisibilidad de prácticas monopólicas u oscuridad en los procesos comerciales, también generan daño al proceso del comercio exterior y ulteriormente a la economía mexicana. Y he ahí una virtud de la existencia de órganos autónomos que, precisamente y de manera integral en la nación, velan que dichos procesos no dañen a la economía como lo son la Comisión Federal de Competencia Económica, la Comisión Nacional de Mejora Regulatoria y el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos.

Derivado de lo anterior y con el objetivo de destacar, profundizar y arrojar un escenario para las redes de contacto (networking), se llevará a cabo en Ciudad Juárez el jueves 18 de mayo el Seminario Nacional de Comercio Exterior, realizado por la Asociación Nacional de Abogados de Empresa, organismo aliado de IMEF. Este evento está vinculado al que desarrolló el IMEF en octubre de 2022 con los cinco grupos que representan los primeros lugares en comercio exterior: Juárez, Chihuahua, Monterrey, Laguna, Coahuila Sureste, Tamaulipas y Guanajuato.

En este último evento se dejaron puntos importantes a desarrollar, que ahora ANADE retoma para proyectar en la óptica jurídica, entre ellos, tópicos sobre cumplimiento pleno; auditorías en comercio exterior, incluso por acuerdos de coordinación a cargo de gobiernos subnacionales; perspectivas para IMMEX; retos de logística, transporte y carta porte; implicaciones del T-MEC y transacciones aduanales entre EE. UU. y México.
Actualmente el comercio exterior es el motor de la economía de México y presenta tanto virtudes y oportunidades que se deben aprovechar, como retos con énfasis a las políticas públicas que deben ser previstos por los agentes económicos.
Presidente IMEF Grupo Ciudad Juárez
LinkedIn: Sandoval Murillo

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