El resultado de la Ponencia IMEF 2025 es
un esfuerzo colectivo que refleja una convicción compartida: educar para incluir. Su estructura es una visión integral y práctica que abarca: punto de partida para una estrategia integral; inclusión financiera en la era digital; educación financiera con visión incluyente; el papel de las empresas públicas y privadas; así como propuestas y herramientas para el futuro.
Esta visión se debe a que más allá de las cifras o los conceptos técnicos, la educación financiera implica comprender los factores sociales, emocionales y culturales que influyen en las decisiones económicas,
porque la inclusión financiera no es solo acceso a servicios financieros, sino al conocimiento, confianza y posibilidad de construir un futuro con equidad.
DECÁLOGO DE LA EDUCACIÓN E INCLUSIÓN FINANCIERA
Como resultado de la aportación de los 30 colaboradores en los cuatro capítulos que abarcó la obra, en el quinto se pudo elaborar un
Decálogo de la Educación e Inclusión Financiera el cual se dividió en cuatro ejes transversales: educación, tecnología, grupos vulnerables y sector productivo para transitar hacia un ecosistema financiero más incluyente, resiliente y dinámico que contribuya a tener igualdad de oportunidades para poder construir un patrimonio y formar parte del camino hacia la movilidad económica.
La razón es que el destino económico de los mexicanos parecería estar fuertemente condicionado por el origen social; sin embargo, saber “usar” el sistema económico puede asociarse más estrechamente con la inclusión financiera y la acumulación de activos que el simple acceso heredado, por lo tanto, la educación es fundamental para romper el patrón heredado.
Respecto a los grupos vulnerables, las investigaciones sugieren grandes diferencias correlacionadas con género, región, nivel educativo, condiciones físicas y acceso tanto a educación como a inclusión financiera. Bajo esta heterogeneidad, una “receta única” difícilmente proveería las capacidades y herramientas necesarias para una participación financiera acorde con las necesidades de cada grupo, por ello, para atender a los grupos vulnerables se requiere establecer estrategias dirigidas que aborden una inclusión real, duradera y transformadora.
La tecnología contribuye a ese objetivo, entre otros más porque en la era digital, la inclusión financiera ha dejado de ser una aspiración periférica para convertirse en un componente estratégico para el desarrollo económico y social de México; por lo tanto, el uso de la tecnología debe entenderse como el medio para ser más eficientes en la vida financiera, aprovechando la data generada, los productos personalizados y la comparación customizada para maximizar la rentabilidad financiera.
De ahí que la tecnología se convierta en el camino y vehículo, es decir, sea fundamental para educar, atender a la población dentro de la economía formal e informal y a los grupos vulnerables con la colaboración del sector productivo, porque en las empresas se tiene la gran tarea de aportar acciones y programas para que lo que empiece como inclusión se inserte en las dinámicas individuales y colectivas y se vuelva una cultura financiera.
Por lo anterior,
la educación e inclusión financiera representan una valiosa oportunidad para que los empresarios materialicen su compromiso con la comunidad y el desarrollo de un México inclusivo donde nadie se quede atrás. El legado y la trascendencia de las empresas se da a través de las personas, de ahí que la contribución de las empresas sea fundamental.
Por lo anterior, las propuestas del Decálogo para la Educación e Inclusión Financiera son:
1 Educación financiera desde edades tempranas en los planes escolares, así como capacitación continua para adultos, especialmente en poblaciones vulnerables, mediante programas comunitarios innovadores y alianzas público-privadas.
2 Medir y evaluar constantemente con indicadores claros el avance en educación e inclusión financiera, más allá del simple número de cuentas abiertas. Incluir aspectos sociales, emocionales y culturales que en conjunto permitan medir el avance en la inclusión financiera en el país.
3 Incorporar la educación financiera como habilidad transversal en la educación formal, de manera curricular y secuencial en todos los niveles educativos y con progresión de contenidos, así como evaluación formativa.
4 Desarrollar planes de educación financiera en los que las condiciones comunitarias y personales —por ejemplo, de la población indígena— sean la base para adecuar contenidos y atender su realidad, además de desarrollar métricas que permitan evaluar los avances y, en su caso, redireccionar la estrategia.
5 Diseñar estrategias con una perspectiva de género con contenidos que aborden las barreras específicas que enfrentan las mujeres, promover programas que aprovechen sus redes de confianza y asegurar que los productos financieros estén diseñados para sus necesidades. El objetivo es cerrar activamente las brechas que hoy limitan el potencial de la mitad de la población.
6 Construir entornos laborales realmente inclusivos para las personas con discapacidad que les permitan contar con espacios seguros y accesibles donde cada persona pueda ser vista en su valor, más allá de su condición. Para ello se requiere una transformación cultural profunda, en la que el respeto, la empatía y la colaboración sean competencias esenciales y no opcionales que generen un puente entre la diversidad y la pertenencia indispensable para una inclusión real, duradera y transformadora.
7 Incorporar las innovaciones tecnológicas en productos y servicios que permitan la inclusión financiera de una forma más fácil y a un costo más bajo. Para ello se requiere que las autoridades financieras evolucionen para que la regulación avance al ritmo de la innovación y no se convierta en su freno.
8 Aumentar la confianza en los nuevos canales tecnológicos a través de la ciberseguridad y la protección de datos con una visión audaz, colaborativa y centrada en las comunidades que se busca servir.
9 Desarrollar al interior de las empresas programas de educación financiera que introduzcan a los conocimientos básicos sobre el tema de finanzas personales, así como desarrollar programas en los que se exploren los diferentes tipos de créditos para obtener vivienda y los beneficios de los seguros, además de mostrar los principales conceptos de deducciones y percepciones en la nómina y su cálculo para administrar de forma productiva los recursos obtenidos.
El objetivo es que los trabajadores puedan planear y administrar de manera eficiente y productiva los recursos obtenidos del trabajo personal en beneficio propio y de la familia.
10 Impulsar una estrategia nacional de educación en gobierno corporativo
dirigida tanto a pequeñas y medianas empresas como a familias empresarias para sensibilizar sobre la relación directa entre gobernanza y acceso a financiamiento, de tal forma que puedan acceder a nuevos mercados aprovechando las ventajas que ofrecen.
CONDICIONANTES
Este Decálogo implica un diálogo permanente, la corresponsabilidad institucional y la convicción compartida de que la inclusión financiera es también inclusión social.
El IMEF tiene un papel clave: ser puente entre empresas, gobierno, academia y sociedad civil para transformar estas propuestas en políticas públicas tangibles. Con visión de futuro y compromiso con el país se puede lograr una mayor inclusión financiera para garantizar que más familias y empresas mexicanas tengan acceso a las oportunidades que merecen.
El IMEF reconoce que la colaboración entre los sectores público y privado es esencial para generar cambios de largo alcance. En países como Canadá y Singapur las alianzas estratégicas con bancos, universidades y empresas han demostrado ser exitosas, con un 75% de la población mostrando mejoras en la comprensión financiera, por lo tanto, es indispensable que el sector privado, desde las empresas hasta las instituciones educativas, se sumen a este esfuerzo para generar un impacto real y sostenido. Esta es la propuesta de la Ponencia IMEF 2025 que puedes consultar
aquí.
“Educación e inclusión financiera son dos acciones que en el IMEF consideramos necesarias para fortalecer a los individuos y a las empresas para que en conjunto sean parte del desarrollo económico de México”.
Gabriela Gutiérrez Mora, Presidenta Nacional del IMEF