Productividad, el eslabón perdido para mejorar las oportunidades como país

En gran parte del mundo existe el interés para que las personas cuenten con las habilidades y competencias que mejoren la productividad con todos los beneficios que ésta representa; sin embargo, en México no parece haber señales de que nuestras autoridades compartan ese enfoque al enfrascarse más en temas políticos y laborales.
Por Enrique Pérez Sámano
Los resultados del último informe del Instituto Internacional de Desarrollo Gerencial (IMD por sus siglas en inglés), publicado en 2023, revelan que nuestro país se ubica en el lugar 58 de los 64 países que se analizan en su clasificación de productividad. Esta es la posición más baja que hemos obtenido desde que México es incluido en este reporte (1997).

De los cuatro factores que se estudian para obtener el índice, los peor evaluados en nuestro país son los que se refieren a la eficiencia del gobierno (60 de 64) y a la infraestructura (59). Si revisamos los subfactores que lo integran, aquellos con peor calificación fueron la infraestructura tecnológica (62), la legalidad en los negocios (61) y la educación (61), es decir, en todos ellos nuestros resultados se encuentran en los últimos tres a cuatro lugares.

Hay más, el mismo Instituto realiza un reporte adicional que clasifica a los países en función de su ranking de capital humano (talento). México ocupa el lugar 59, sólo por arriba de Filipinas, Sudáfrica, Venezuela, Brasil y Mongolia.

El índice de talento está organizado en tres factores: Inversión y desarrollo, es decir el compromiso del país para invertir recursos para desarrollar el talento local, Appeal o la habilidad para atraer y retener talento de los mercados locales e internacionales y Readiness o la disponibilidad que existe en el país de personas con las habilidades y competencias que se requieren hoy en día.

EVITAR LA INCOMPETENCIA
Los resultados mencionados deberían ser motivo de preocupación para quienes tienen en sus manos las decisiones que posibilitan mejorar las oportunidades de nuestros jóvenes, quienes en el futuro saldrán a intentar ganarse la vida con un ingreso razonable.

Una preocupación mayor debería de ser que en este, como en otros estudios sobre el mismo tema, no sólo se refieran a conocimientos estrictamente técnicos o especializados, sino a otros aspectos relacionados con las habilidades suaves (soft skills en inglés): adaptabilidad, colaboración, creatividad y pensamiento crítico, entre otras.
La mayoría de nuestros jóvenes, al no contar con las habilidades que exige el mundo laboral, no sólo no alcanzará mejores puestos, sino que muchos de los que hoy ocupan se transformarán haciendo inviable su permanencia.

Mientras que en gran parte del mundo existe preocupación porque sus ciudadanos tengan las capacidades humanas para enfrentarse a un mundo cuya evolución, en virtud del desarrollo tecnológico, avanza en forma exponencial, no parece haber señales de que nuestras autoridades lo compartan enfrascándose más en temas políticos y laborales.

Hace alrededor de 50 años se publicó un libro breve llamado “El Principio de Peter”, escrito por Laurence J. Peter quien logró cierto nivel de éxito al argumentar que las personas avanzaban en su trabajo hasta llegar a su nivel de incompetencia. Actualmente los empleados, en todos los niveles de la organización, no necesitan ser promovidos para llegar a ser incompetentes. Lo serán en sus puestos actuales de no aprender, adaptarse y evolucionar. De manera que la mayoría de nuestros jóvenes al no contar con las habilidades que exige el mundo laboral no sólo no alcanzará mejores puestos, sino que muchos de los que hoy ocupan se transformarán haciendo inviable su permanencia.

Es por esta razón que la capacidad más apreciada a la hora de seleccionar personal se refiere a la agilidad de aprendizaje, es decir, la habilidad para aprender de la experiencia y aplicar lo aprendido para tener éxito ante nuevas situaciones. Los colaboradores con estas capacidades buscan continuamente nuevos retos, solicitan retroalimentación con frecuencia y obtienen resultados en forma eficiente. Logran ver patrones únicos y conectar aspectos que otros no perciben.

Estas nuevas habilidades adquieren mayor relevancia en la medida en que las empresas se están transformando, tanto en la forma que sirven a sus clientes como en sus procesos internos.

Para conseguir un desarrollo sostenible tanto en el plano económico como país y como personas en lo individual y social, ocupándonos de las raíces de nuestra desigualdad, hace falta profundizar mucho más en identificar todos aquellos factores que han afectado la productividad, incluyendo aquellos que parecen inherentes a herencias culturales y tomar acciones de política pública orientados a solventarlos.

No basta ser vecinos del país más poderoso de mundo y contar con recursos naturales. Tampoco solamente retomar criterios meritocráticos en el ámbito académico, aun cuando ha sido tan cuestionado en años recientes. Es indispensable y urgente generar cambios en la mentalidad de nuestros líderes en diversos ámbitos, académicos, laborales políticos.
*Integrante del Comité Técnico Nacional de Capital Humano IMEF.
enrique.perez@kornferry.com
Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no representan la opinión del IMEF.

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