En lo que va de este 2022, el Banco de la Reserva Federal ha incrementado su tasa de referencia en 225 puntos base. Si bien existe un debate en torno a la próxima decisión del 21 de septiembre, entre un incremento de 50pb o de 75pb, las condiciones actuales y la retórica hawkish (i.e. restrictiva) por parte de varios miembros del banco central apuntan a que probablemente el siguiente aumento de la tasa de los Fed funds será de esta última magnitud, al igual que en las dos ocasiones previas.
De tal forma, los inversionistas continúan centrando su atención en factores que afecten su mandato dual —empleo e inflación— y que, por ende, influyan en las acciones futuras del Fed. Por el lado de la inflación, las presiones no han cedido de manera importante a pesar de un moderado respiro en el precio de un cúmulo de materias primas, especialmente gasolinas. En este sentido, mientras el mundo no tenga una mayor claridad en dos frentes (las disrupciones de oferta ocasionadas por la pandemia y el conflicto en Ucrania), difícilmente veremos un escenario significativamente favorable en torno a la dinámica de precios.
Por el lado de la actividad económica, será importante analizar el comportamiento de distintos sectores. Es importante reconocer que la caída en el PIB en el 1T22 se explicó principalmente por una baja en las exportaciones netas; en el segundo trimestre, por una disminución en inventarios y, en menor grado, de la inversión. En particular, el gasto continuó bastante vigoroso. Si bien la economía está en una franca desaceleración y los riesgos de una recesión el próximo año están latentes, hasta el momento no se han cumplido los criterios para clasificarla así.
En particular, no se ha registrado una baja generalizada por sectores, ni se cumplen los criterios de profundidad y duración. Esto es muy claro al analizar el desempeño del mercado laboral. Solo en julio, se crearon 528 mil puestos de trabajo, lo que resultó en una disminución en la tasa de desempleo a 3.5%, un mínimo en poco más de dos años. Esto es solo una muestra de la fortaleza que hemos visto a lo largo de este año, acumulando así 3.3 millones de nuevos empleos. Como resultado, el total de empleados se ubica 32 mil plazas por arriba del nivel previo a la pandemia. Esta resiliencia también se ha visto en los buenos reportes corporativos durante la temporada de resultados trimestrales, que está próxima a concluir. En general, considero que este desempeño alude a un escenario que le permitirá al Fed seguir subiendo tasas a un ritmo importante y dejar de lado, al menos por ahora, los temores sobre su impacto en el dinamismo de la economía real.
Con ello, es altamente probable que la narrativa que mostrará el presidente Powell en la reunión de Jackson Hole del 25 al 27 de agosto reafirmará la expectativa de que el banco central pudiera subir nuevamente 75 puntos base en septiembre. Más aún, en el área de análisis de Banorte pensamos que el año finalizará con una tasa de los Fed funds en un rango entre 3.75% y 4.00%, que sería la tasa terminal esperada para este ciclo de restricción monetaria.
El resto de los bancos centrales tendrán que ser reactivos a esta situación y a las importantes presiones en precios que enfrentan los hogares en sus respectivas jurisdicciones. En México, el panorama inflacionario continúa siendo complejo, tal como lo mostró el reporte del mes de julio, con una inflación anual alcanzando un nuevo máximo en el año de 8.15%. Una situación aún más preocupante es el comportamiento de la inflación subyacente —que excluye los componentes más volátiles—, cuyo comparativo anual se situó en 7.65%, hilvanando 20 meses consecutivos de aumentos. Esta dinámica de inflación, combinada con un Fed más restrictivo, aluden a que Banxico probablemente continuará de manera contundente con su estrategia de restricción monetaria a lo largo del año para llevar la tasa de referencia a finales de este año hacia niveles de 10%.