En términos absolutos, los países que más inmigrantes han aportado son: México, más de 11 millones en total (siglos XX y XXI); Alemania, más de 7 millones (entre mediados del siglo XIX y mediados del XX); Irlanda, casi 5 millones (sobre todo en el siglo XIX); Italia (entre 1880 y 1920 llegaron más de 4 millones). En los siglos XX y XXI creció mucho la inmigración desde India (3.2 millones), China (2.4 millones) y Filipinas (2 millones).
En los últimos años, y sobre todo en los meses recientes de la presidencia de Trump, se está dando una caída histórica de la inmigración que está alterando el equilibrio del mercado laboral. El American Enterprise Institute (un think tank muy influyente) calcula que en 2025 la inmigración neta podría resultar en una cifra sin precedentes que podría comprender entre -525,000 y 115,000 personas. Ello refleja una combinación de reducciones bruscas en las salidas y entradas, no solo forzosas sino también voluntarias. A ello hay que agregar la política migratoria restrictiva sin precedentes.
No obstante, en el mercado laboral estadounidense se está observando una paradoja, pues las reducciones de la inmigración no están generando aumentos significativos en la tasa de desempleo, que sería lo esperado. Esta ha fluctuado entre 4.0 y 4.3% por más de un año. Ello podría interpretarse como algo positivo, sin embargo, no es sostenible.
Las condiciones demográficas están contrayendo el crecimiento poblacional debido al envejecimiento de los baby boomers y la caída en la tasa de natalidad. Con ello, el aumento de la población lo determinan casi exclusivamente las personas inmigrantes. Pero si estas están cayendo, la demanda laboral puede exceder a la oferta de trabajo, lo que podría conducir a un desempleo importante en los siguientes años.
Hay sectores muy expuestos a la escasez de mano de obra extranjera. Por ejemplo, en jardinería, construcción y empleo doméstico, los trabajadores no estadounidenses representan entre el 24% y el 33% de la fuerza laboral. Se calcula que el 42% de los trabajadores del campo son extranjeros sin un status laboral legal. Algunos analistas han estimado que la menor inmigración podría restarle entre 0.3% y 0.4% puntos porcentuales al crecimiento del PIB en 2025.
Una menor población laboral tendrá consecuencias sociales negativas, además de los impactos macroeconómicos: menor dinamismo económico, pérdida de competitividad, mayor presión fiscal por el pago del seguro de desempleo y los programas sociales, y una erosión de la base impositiva.
Como lo ha señalado con precisión John Müller (Diario ABC, 1 de septiembre de 2025): “Ignorar la función estructural de la inmigración en la economía moderna es un lujo que Estados Unidos simplemente no puede permitirse.
El profundo cambio que Trump está operando en el mercado laboral puede conducir a una mayor tensión intergeneracional, fragmentación regional entre estados que dependen más de la inmigración para crecer, una mayor narrativa antiinmigratoria y un empobrecimiento del entorno innovador”.
Ver nota original.
*Economista egresado del ITAM. Cuenta con Maestría y estudios de doctorado en teoría y política monetaria, y finanzas y comercio internacionales. Columnista de El Economista. Ha sido asesor de la Junta de Gobierno del Banxico, Director de Vinculación Institucional, Director de Relaciones Externas y Coordinador de la Oficina del Gobernador, Gerente de Relaciones Externas, Gerente de Análisis Macrofinanciero, Subgerente de Análisis Macroeconómico, Subgerente de Economía Internacional y Analista.
federico@rubli.net
Esta nota se publicó originalmente el 9 de septiembre de 2025 en el periódico
El Economista.
Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no representan la opinión del IMEF.