En días recientes, el cuestionamiento sobre si Jerome Powell conservará su cargo hasta el término de su mandato cobró renovada fuerza tras las críticas públicas del presidente Donald Trump y sus constantes llamados a recortar tasas. La especulación aumentó cuando trascendieron titulares sobre un posible despido de Powell por parte del presidente norteamericano, deteriorando el sentimiento de los mercados, debilitando momentáneamente al dólar y presionando a los Treasuries a mínimos recientes.
Aunque Trump finalmente desmintió cualquier plan de despido, mantuvo un tono de críticas severas hacia Powell. Esto nos hace recordar que existe un entramado jurídico e histórico que refuerza los límites a cualquier intento de remover a Jerome Powell. La Ley de la Reserva Federal establece que los siete gobernadores solo pueden ser destituidos “por causa” y no por desacuerdos de política monetaria, basándose en el precedente de Humphrey’s Executor v. United States de 1935.
El problema no se resuelve del todo, ya que la Ley de la Reserva Federal no otorga la protección de “causa” a las posiciones de liderazgo como lo son el presidente y vicepresidente. Hasta ahora, la historia muestra que ninguna administración ha retirado a alguien con dicho rol. Sin embargo, en caso de destitución como presidente de la junta, Powell podría permanecer como gobernador hasta enero de 2028, bloqueando posibles nominaciones de Trump para su puesto como gobernador e incluso ser elegido internamente por el FOMC como presidente.
Tras disiparse parcialmente el ruido político, en los mercados globales el foco volvió de inmediato al inicio de la temporada de reportes corporativos en EE. UU. El sector financiero presentó resultados mejores de lo esperado, en un contexto en el que las lecturas recientes de inflación aún no ofrecen conclusiones sobre el impacto de los aranceles. Cifras mixtas dejaron ver un leve traspaso de costos al consumidor, lo que ajustó modestamente el descuento de recortes del Fed para fin de año.
Al mismo tiempo, el panorama fiscal global añade un nuevo factor de complejidad. El caso de Japón ilustra bien esta tensión, previo a las elecciones para la Cámara alta. El bono de referencia a 30 años de este país tocó niveles máximos desde 1999, reflejando la inquietud de los inversionistas ante las promesas electorales de mayor gasto público y las expectativas de un potencial ajuste a la calificación soberana. Mientras la coalición gobernante propone ayudas económicas y la oposición impulsa reducciones fiscales, los mercados de deuda muestran mayor incertidumbre en este frente, lo que añade volatilidad al yen y al mercado global de bonos.
En el mercado de commodities, la Casa Blanca ha advertido sobre la imposición de aranceles secundarios de hasta 100% a las importaciones de petróleo ruso, afectando directamente a China e India, principales compradores de alrededor del 60% de las exportaciones rusas. Aunque ese anuncio fue inicialmente interpretado como un gesto de negociación, cualquier implementación sin exenciones podría generar un shock de oferta comparable al de mediados de 2022, dado que muchos miembros de la OPEC+ podrían estar operando cerca de su capacidad máxima.
En conjunto, la confluencia de presiones políticas en el Fed, ajustes fiscales globales, la constante negociación de aranceles y riesgos en el mercado energético dibujan un escenario de elevada volatilidad conforme nos adentramos al verano.
*Gerente de Renta Fija, Tipo de Cambio y Commodities de Grupo Financiero Banorte.
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LinkedIn Marcos García
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