En el trimestre que concluyó, la ola de ventas en el mercado de renta fija capturó la atención de los inversionistas ante las expectativas de que las tasas de interés permanecerán elevadas por más tiempo. El escenario se consolidó tras un incremento acelerado en los precios de los energéticos por lo que las preocupaciones de un repunte en la inflación se agudizaron. Las principales referencias de crudo ganaron alrededor de 30%, con el Brent alcanzando máximos de casi un año muy cerca de 100 dólares por barril.
En este sentido, la mayoría de las intervenciones de los miembros de la Reserva Federal conservaron un sesgo restrictivo, destacando la necesidad de llevar la tasa de referencia a niveles más elevados. Por lo tanto, la posibilidad de un incremento de 25pb tan pronto como en noviembre se mantiene sobre la mesa.
El sentimiento de aversión al riesgo predominó en los mercados financieros, llevando a los inversionistas a buscar activos de refugio valor. El dólar se fortaleció frente a la mayoría de las divisas hasta alcanzar su mejor nivel desde noviembre e incluso en los últimos días de septiembre, los especuladores registraron posiciones netas largas por primera vez en 10 meses.
En el grupo de emergentes, el peso argentino se desplomó 26.7% impactado por la devaluación decretada por el gobierno. Por su parte, el peso mexicano registró un desempeño relativo más moderado con una depreciación de 1.7%. Sin embargo, no estuvo exento de amplia volatilidad al registrar un rango de operación entre 16.63 y 17.82 por dólar. En tanto, el peso chileno y el real brasileño perdieron 10.0% y 4.9%, respectivamente.
La posibilidad de un incremento de 25pb tan pronto como en noviembre se mantiene sobre la mesa.
La expectativa de tasas más altas por más tiempo seguirá siendo el principal catalizador en los mercados.
En el mercado bursátil, las bolsas registraron caídas generalizadas, borrando parte de las ganancias obtenidas en la primera mitad del año. En particular, el S&P retrocedió 7.7% desde su punto más alto en julio de 4,589 puntos, estando a menos de 5.0% de alcanzar un nuevo nivel récord. En cuanto a los bonos soberanos, las tasas alcanzaron máximos multianuales tanto en Estados Unidos como en México.
La curva de Treasuries registró un “bear steepening” como resultado de un incremento más acelerado en las tasas de largo plazo (+80pb) vs. las de corto plazo (+16pb). Si bien, la curva se mantiene invertida, se observó una significativa corrección con el diferencial 2/10 pasando a -48pb desde -106pb en junio. La curva de Bonos M replicó dichos movimientos, aunque con ajustes más amplios.
Los instrumentos de largo plazo perdieron 114pb y los de menor duración 54pb. En particular, el rendimiento del Bono M de 10 años (May’33) repuntó a máximos no vistos desde la crisis del 2008 de 10.11%. Ante un entorno de mayor incertidumbre, la prima de riesgo incrementó a 530pb (+47pb) y el CDS de 5 años alcanzó máximos de 6 meses de 128pb (+26pb).
Hacia delante, la expectativa de tasas más altas por más tiempo seguirá siendo el principal catalizador en los mercados. Además, los precios del crudo se mantendrán respaldados por la restricción en la oferta por parte Arabia Saudita y Rusia, líderes de la OPEP+, hasta que termine el año.
A pesar del notorio abaratamiento de los bonos soberanos de largo plazo, el riesgo de presiones adicionales se mantiene al alza. Esto añadirá nuevos episodios de volatilidad y continuará beneficiando al dólar que de hecho ya confirmó una tendencia alcista después de que el promedio móvil de 50 días superó al de 200 días también reflejada en el posicionamiento técnico.
Suscríbete a IMEF News
Análisis y opinión de expertos en economía, finanzas y negocios para los tomadores de decisiones.