Progreso social: bienestar para vivir bien

Desde inicios de esta administración, el bienestar ha estado en el centro de la conversación: así se renombró a Sedesol y una decena de programas de transferencias, como las becas, el banco para su dispersión, las pensiones de adultos mayores, etcétera; sin embrago, la cobertura que se hacía antes de 2019 se redujo considerablemente, haciendo que el bienestar, orientado al bienvivir de las personas, esté lejos de cumplirse.
Por Sofía Ramírez Aguilar
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Bienestar es una palabra frecuente en 2022, pero también un concepto tan antiguo como la vida comunitaria misma. El bienestar implica que una persona o una población cuentan con los elementos necesarios para vivir bien, con cierta tranquilidad y las necesidades más básicas satisfechas. Desarrollo, por su parte, es un concepto que se refiere a una economía que se mueve hacia mejores niveles de vida. Bienestar está orientado al bienvivir de las personas, mientras que desarrollo hacia una economía que avanza.

Sin embargo, bienestar se busca en internet con mayor frecuencia y por encima de desarrollo apenas desde finales de 2018, con la llegada de la administración del presidente López Obrador. En los 14 años previos la idea de mover la economía dominaba la conversación.


Fuente: Google Trends; captura de pantalla el 15 de febrero 2023. Búsquedas para México.

Desde inicios de esta administración, el bienestar ha estado en el centro de la conversación: así se renombró a Sedesol y una decena de programas de transferencias como las becas, el banco para su dispersión, las pensiones de adultos mayores.

El problema radica en la política social de este gobierno que se decanta por realizar transferencias de efectivo y no en mejorar la cobertura de salud, en mayor calidad educativa, o en procurar que más mujeres se incorporen al mercado laboral. No leyó la definición del bienestar.

Esto lo refleja el Índice de Progreso Social, que México, ¿cómo vamos? (MCV) calcula anualmente a nivel estatal en el país: después de un sostenido avance de 2015 a 2018 en prácticamente todas las entidades federativas, el bienestar se contrajo en 30 de 32 estados entre 2018 y 2021. Es decir, la administración que puso tanto énfasis en sustituir al desarrollo por el bienestar en la narrativa pública no mejoró la calidad de vida ni el acceso a los servicios de las personas más vulnerables.

Por el contrario, según un análisis de MCV a finales de 2018 se sustituyó al Seguro Popular, “que atendía a 53.5 millones de personas (44.7% de la población), […] por el Insabi con una cobertura de 35.5% de la población en 2020, [y] en abril de 2022 se anunció una nueva sustitución por IMSS Bienestar con una cobertura de 11.6 millones de personas en febrero de 2022. […] La carencia por acceso a servicios de salud , medida por CONEVAL, pasó de 16% en 2018 a 28% en 2020. Es decir, que la proporción de personas que no tenían acceso a servicios de salud aumentó 75% en apenas dos años”.



El análisis de MCV también indica que ocurrió un cambio en la lógica de la forma en la que se empezaron a asignar los programas sociales. Muchos “dejaron de ser apoyos focalizados para hacerse universales, como la pensión a adultos mayores, […] que acabó por incrementar las transferencias a los hogares de mayores ingresos, desprotegiendo a los de menores ingresos, ya sea por una deficiente identificación de quienes necesitaban el apoyo en parajes rurales y remotos, o por otras ineficiencias.”

Además, continúa el análisis de MCV, al inicio de la administración se desecharon los padrones de beneficiarios de administraciones anteriores, los cuales contaban con mayor rigor técnico que el registro levantado en 2019, que tenía “serias limitaciones y problemas de diseño, dejando fuera a muchas personas que cumplían el perfil necesario para recibir de programas sociales”.

Asimismo, se eliminaron “intervenciones que mejoraban la calidad de vida de las mujeres y su participación en el mercado laboral”, como el programa de estancias infantiles, que daba servicio de cuidados a menores de madres trabajadoras, asignando 4,400 mdp anuales. En contraste, en 2021el Programa de Apoyo para el Bienestar de las Niñas y Niños, Hijos de Madres Trabajadoras sustituyó al programa de estancias infantiles, ofreciendo sólo transferencias directas ( 1,600 pesos bimestrales por menor registrado) pero no el servicio de cuidados para que las mujeres con ganas de trabajar pudieran hacerlo. Se generaron economías, dice el gobierno, puesto que sólo se gastaron 2,413 mdp, pero no ofrecía el servicio, solo la transferencia directa.

No sólo la “pandemia en 2020 tuvo un indudable efecto en […] el progreso social […], [sino que] la falta de respuesta oportuna por parte del gobierno federal […] y [de los] gobiernos locales [lo que] aumentó […] la pérdida en el bienestar de las familias.”

Según el investigador Máximo Jaramillo, la suma del aumento en las transferencias que reciben los hogares con mayores ingresos y la austeridad en el gasto han reducido o eliminado programas sociales relevantes, como Prospera, que estaba dirigido a hogares en situación de pobreza extrema. MCV resume los hallazgos de la siguiente forma:

• “En 2016, 67% de los hogares en pobreza extrema recibía al menos un programa social. Esta proporción bajó a 43% en 2020 (ENIGH 2020, INEGI).
• La población por encima de la línea de pobreza que recibió algún programa social pasó de 20% en 2018 a 27% en 2022.
• En 2018, las estancias infantiles atendían a 320 mil mujeres. En 2022, el Padrón Único de Beneficiarios reporta atender a menos de la mitad (128 mil beneficiarias)”.

¿QUÉ REFLEJA DE PROGRESO SOCIAL?


Fuente: México, ¿cómo vamos?

El Índice de Progreso Social se calcula con una metodología de la organización Social Progress Imperative que permite medir el desempeño del bienestar de un territorio, nación, estado o país, que es independiente del ingreso y del gasto de gobiernos y hogares. Por lo tanto permite medir, a partir de 56 indicadores sociales y ambientales, qué derechos sociales o condiciones para el desarrollo no se están cumpliendo. También es un instrumento útil para comparar el desempeño de esa entidad federativa consigo misma, a lo largo del tiempo, o con el resto de las entidades en un mismo año.



Es evidente que el mapa del progreso social a lo largo del tiempo muestra que las entidades de mayor rezago en bienestar son las mismas que en mapas de pobreza señalan niveles altos, lo cual es consistente con una primera conclusión: el progreso social y el crecimiento económico están íntimamente ligados.



Sin embargo, el hecho de tener un crecimiento económico acelerado no es garantía de mayor bienestar para la población. El caso más paradigmático es Tabasco, entidad que ha venido recibiendo inversiones federales para la construcción de la refinería de Dos Bocas en esta administración, y que sólo en 2021 estas inversiones equivalían al 63% del PIB del estado en ese ejercicio fiscal. Tabasco, sin embargo, ese mismo año ocupó la posición 27 de 32 entidades, moviéndose sólo un lugar hacia arriba.



Tal como lo reportaba el análisis de MCV, “el crecimiento económico y el ingreso suficiente de los hogares son elementos muy importantes para el incremento del bienestar de las familias, pero se requieren mejores intervenciones del gobierno y servicios públicos de calidad para garantizar una mejor calidad de vida para todas las personas”.

Y lo que busca hacer el Índice de Progreso Social es justamente fungir como una herramienta para que empresas y ciudadanía puedan ubicar, de un vistazo, cómo va su entidad y buscar acciones específicas que permitan honrar el espíritu de los tiempos: incrementar el bienestar de las personas.

Para consultar el estudio completo y los comunicados del mismo, visita el micrositio del Índice de Progreso Social 2015-2021 en el portal de mexicocomovamos.mx
Experta en México, ¿cómo vamos?
Twitter: @Sofia_RamirezA

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