El último trimestre del año inició con un respiro en los mercados financieros ante una fugaz percepción de una posible desaceleración en el ciclo restrictivo de la Reserva Federal. Esta creencia fue respaldada por algunos datos económicos en EE.UU. que apuntaron a una economía que se está ralentizando y se intensificó después de que el banco central de Australia decidiera incrementar su tasa de referencia en una magnitud menor a la esperada por el consenso. Adicionalmente, la intervención del Banco de Inglaterra en el mercado de bonos para asegurar su buen funcionamiento calmó a los inversionistas. Estos factores permitieron que las bolsas registraran su mejor repunte de dos días desde 2020 partiendo de mínimos de 21 meses. De igual forma, los bonos soberanos registraron ganancias importantes. Por ejemplo, el Treasury de 10 años cotizó en 3.63% tras concluir septiembre en 3.83% y pocos días antes alcanzar máximos de más de una década de 3.95%. Sin embargo, el sentimiento del mercado dio un giro de 180 grados tras diversas intervenciones de miembros del Fed destacando que los niveles de inflación son inaceptables por lo que el banco central está lejos de frenar el ritmo de alzas en las tasas de interés.
Claramente la incertidumbre sobre la duración del ciclo restrictivo en el mundo y los temores de una recesión, continúan determinando el desempeño de todas las clases de activos financieros. En este sentido, los episodios de volatilidad se han agudizado en particular en el mercado de renta fija. Con ello, el índice MOVE —métrica que refleja la volatilidad en las opciones de bonos norteamericanos a un mes— alcanzó su nivel más alto en el año muy cerca de los observados durante la pandemia de 160 puntos y sostenidamente por arriba del promedio de los últimos 5 años de 68 puntos.
En el área de Banorte no descartamos mayor volatilidad de cara a los próximos ajustes de política monetaria. En concreto, esperamos que tanto Banco de México como la Reserva Federal continúen con una postura restrictiva hacia tasas terminales de 11.00% y 4.75%-5.00%, en el mismo orden, al cierre del 1T23.
En el área de Banorte no descartamos mayor volatilidad de cara a los próximos ajustes de política monetaria. En concreto, esperamos que tanto Banco de México como la Reserva Federal continúen con una postura restrictiva hacia tasas terminales de 11.00% y 4.75%-5.00%, en el mismo orden, al cierre del 1T23. Es importante señalar que nuestros estimados son mayores a lo que actualmente descuenta el mercado, por ende, esperamos que las tasas incorporen mayores presiones, principalmente las de corto plazo, resultando en curvas nominales más planas e incluso agudizando su inversión.
En el mercado cambiario la historia no es diferente. Los índices de volatilidad tanto en el grupo de divisas desarrolladas como emergentes han incrementado de forma relevante y a pesar de un ligero respiro se mantienen cerca de máximos de 2 años. Al inicio de octubre, el dólar moderó en el margen el rally que lo llevó a máximos de 2 décadas permitiendo avanzar a la mayoría de las divisas. En particular, el peso mexicano cotiza cerca de su PM de 100 días de 20.13 por dólar, ganando en lo que va del mes 0.1% tras cerrar 3T22 como la segunda más fuerte en EM a pesar de caer 0.1%. Sin duda, la divisa se ha beneficiado de la postura de Banxico y su elevada tasa de referencia.
Por último, la elevada volatilidad en las materias primas y en particular en los energéticos seguirá presente, considerando que el conflicto geopolítico entre Rusia y Ucrania difícilmente llegará a su fin, además de diversos factores que impactan la demanda ( e.g. temores de recesión, clima) y la oferta ( e.g. OPEP+, sanciones contra Rusia), aunque apuntando a un balance de riesgos aún sesgado al alza.
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