Anne Applebaum escribe que: “Monarquía, tiranía, oligarquía y democracia ya le resultaban familiares a Platón y Aristóteles hace más de 2000 años, pero el estado unipartidista antiliberal que hoy está presente en todas partes del mundo —piénsese en China Venezuela o zimbabwe— no surgiría hasta 1917 cuando se desarrolló en Rusia de la mano de Lenin”.
A partir de este comienzo la autora hace un breve recorrido por regímenes que de una u otra forma conducen a un estado unipartidista antiliberal con todas sus consecuencias. Así, por ejemplo, cita a las monarquías de la Francia y Rusia prerrevolucionarias donde el derecho a gobernar se asignaba a la aristocracia que se defendía por rígidos códigos de estirpe y etiqueta. Y luego aborda el cambio hacia la democracia donde la gente da por sentado que la competencia es la forma más justa y eficiente de distribuir el poder, por lo tanto, el medio a través del cual deberían gobernar los políticos más convincentes para que las instituciones del estado, la judicatura, la administración pública, puedan estar en manos de personas cualificadas para garantizar un resultado justo.
Sin embargo, el tiempo da reveses por lo que Anne Applebaum también menciona que la dictadura tiene desde hace tiempo una versión de derecha cuyo ejemplo habitual es la Alemania de Hitler, aunque hay otras más como la España de Franco o el Chile de Pinochet que adoptaron un lenguaje radical o autoritario convencidos de que sus sociedades han fracasado y es necesario reconstruirlas sea cual sea el resultado.
Con ese objetivo en mente Anne Applebaum señala que “los líderes despóticos no llegan solos al poder, sino que lo hacen aupados por sus aliados políticos, un ejército de burócratas y unos medios de comunicación que les allanan el camino y apoyan su mandato. Además, los partidos nacionalistas y autoritarios que han ido tomando relevancia en las democracias liberales ofrecen unas perspectivas que benefician exclusivamente a sus partidarios, y que les permiten alcanzar unas cuotas de riqueza y poder inigualables”.
Siguiendo los pasos de Julien Benda y Hannah Arendt, Applebaum retrata a los nuevos defensores de las ideas antiliberales de todo el mundo y denuncia cómo esta flamante élite autoritaria utiliza las teorías de la conspiración, la polarización política, el pavoroso alcance de las redes sociales, e incluso el sentimiento de nostalgia para destruirlo todo y redefinir nuestra idea de nación.
El ocaso de la democracia es un análisis pormenorizado del terremoto que está sacudiendo el mundo y una apasionante defensa de los valores democráticos. Sheri Berman, de The Washington Post, escribió que «La experiencia histórica y el conocimiento de Applebaum de la Europa contemporánea y de los Estados Unidos iluminan lo distintivo y eterno de los peligros políticos que enfrentamos hoy […]. El ocaso de la democracia ofrece muchas lecciones sobre la antigua lucha entre los conceptos de democracia y de dictadura. Pero quizás lo más importante es lo frágil que es la democracia: su supervivencia depende de las decisiones que toman cada día las élites y la gente común».