Los dos Méxicos en los que vivimos

El ingreso real de los hogares mexicanos, junto con el del PIB per cápita, refleja las dos realidades completamente distintas que conviven en nuestro país y explican la polarización que observamos en el ámbito social y político.
Por Enrique Quintana
Los críticos de la Cuarta Transformación han insistido, con evidencia contundente, que el país está en un estado de estancamiento. Y no les falta razón. Entre 2018 y 2024, el PIB per cápita en México apenas creció un ínfimo 0.2 por ciento.

Pero existe otro México que suele pasar desapercibido.

El reciente informe del INEGI revela un contraste notable: el ingreso real de los hogares mexicanos incrementó un robusto 15.4 por ciento en el mismo periodo.

Esta cifra, junto con la de PIB per cápita, refleja las dos realidades completamente distintas que conviven en nuestro país y explican la polarización que observamos en el ámbito social y político.

Si miramos con una lente más cercana, de 2022 a 2024 el ingreso promedio de los hogares mexicanos aumentó un 10.6 por ciento, lo que implica un sólido crecimiento anual del 5 por ciento. Pero más revelador aún es que, considerando únicamente los ingresos derivados del trabajo (salarios e ingresos relacionados), el incremento promedio real anual fue de 6.7 por ciento, pese al virtual estancamiento económico general.

En contraste, los ingresos provenientes de la propiedad crecieron solamente un 4.8 por ciento en términos reales en el mismo periodo, lo que significa una tasa anual de apenas 2.3 por ciento.

Esta divergencia en el crecimiento de los ingresos también refleja un cambio profundo en la distribución del ingreso nacional desde 2018. Los hogares más pobres, que constituyen el 10 por ciento inferior en ingresos, vieron crecer su ingreso real en un 13.3 por ciento entre 2022 y 2024, mientras que el ingreso del decil más rico aumentó solo un 6.4 por ciento, menos de la mitad.

Desde una perspectiva más amplia, entre 2018 y 2024, el ingreso del decil más pobre creció un impresionante 35.9 por ciento en términos reales, frente a un modesto 4.2 por ciento del decil más rico.

A pesar de este notable avance, la brecha entre ambos extremos sigue siendo dramáticamente alta: mientras que en 2018 el ingreso del decil más rico era 18.3 veces mayor al del decil más pobre, en 2024 esta brecha es de 14 veces.

La desigualdad sigue siendo una realidad dolorosa y persistente.

Otro aspecto destacado que la reciente encuesta del INEGI nos permite analizar es el impacto creciente de los programas sociales.

En 2018, estos representaban apenas el 1.5 por ciento de los ingresos totales de los hogares; para 2024, esa cifra se duplicó a 3.2 por ciento, con un crecimiento de 156 por ciento en términos reales. Al sumar donativos y becas, el total alcanza el 5.4 por ciento del ingreso de los hogares.

Las marcadas diferencias de ingreso se manifiestan también entre el campo y la ciudad. Los hogares urbanos tienen ingresos que superan en un 78 por ciento a los rurales. Y si comparamos el 10 por ciento urbano más rico con el 10 por ciento rural más pobre, la diferencia se dispara a 23 veces.

La geografía, como siempre en México, profundiza esta fractura social. Nuevo León lidera como la entidad con mayor ingreso promedio por hogar, mientras Chiapas ocupa el extremo opuesto, con una diferencia abismal de 2.84 veces entre ambas entidades.

Claramente, existen dos Méxicos diferentes coexistiendo dentro del mismo territorio.

La encuesta del INEGI aporta una enorme cantidad de información valiosa, que requerirá un análisis mucho más profundo en los próximos días. Este proyecto bienal, vital para el país, toma ahora especial relevancia tras los cambios legales que derivaron en la desaparición del Coneval.

Por primera vez, será el INEGI quien mida la pobreza multidimensional en México, utilizando los datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos (ENIGH).

El próximo 13 de agosto conoceremos los resultados. Todo indica que, tras el desastre económico provocado por la pandemia, podríamos estar frente a un escenario donde la pobreza finalmente empiece a corregirse.

Estaremos atentos y listos para analizar lo que se avecina. Ver nota original.
* Periodista y conferencista. Actualmente es vicepresidente y director general editorial de El Financiero. Participa en los programas de TV La Silla Roja y Al Cierre. Ofrece conferencias a Consejos, empresas y organizaciones diversas.
Esta nota se publicó originalmente el 31 de julio en el periódico El Financiero.
Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no representan la opinión del IMEF.

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