Centrando el debate energético en el mundo

El mundo está expuesto a fuertes intereses económicos y políticos para promover las energías no renovables. Por ejemplo, Trump defiende los combustibles fósiles (petróleo, gas natural y carbón) y la energía nuclear, con un intenso cabildeo en el Congreso y millones de dólares que las compañías a favor gastan en la promoción de información tendenciosa y falsa para su causa. También se han dedicado a minimizar los costos que la extracción y combustión de las energías no renovables generan al contaminar el medio ambiente.
Por Federico Rubli Kaiser
Las redes sociales y las noticias se han inundado de información falsa o engañosa, difundiendo mitos de que los parques solares y eólicos nunca llegarán a ser fuentes de energía completamente confiables, que estas energías representan graves riesgos para la salud humana y la fauna silvestre, o que la transición a una economía verde tiene un alto costo en empleos perdidos.

Un estudio reciente publicado por el Centro Sabin para el Derecho del Cambio Climático de la Universidad de Columbia identifica treinta y tres de los conceptos erróneos más comunes sobre las energías renovables y los desmiente con evidencia científica revisada por pares y datos gubernamentales.

Algunas de las afirmaciones examinadas en la publicación, como la idea de que los paneles solares emiten niveles peligrosos de radiación electromagnética, carecen por completo de fundamento: la cantidad de radiación es similar a la producida por un horno tostador.

Otras tienen cierta base fáctica, pero se repiten con frecuencia fuera del contexto necesario: por ejemplo, el hecho de que las turbinas eólicas matan a 250,000 aves al año se cita a menudo sin tener en cuenta que millones más se ven amenazadas por fenómenos meteorológicos extremos, la reducción de hábitats y otros efectos del cambio climático.

Mientras tanto, las campañas de desinformación financiadas por la industria de los combustibles fósiles siguen sembrando confusión sobre la economía de las energías renovables: se critica sistemáticamente la pérdida de empleos en los sectores del carbón, el gas y la fabricación de automóviles, sin reconocer que los sectores energético y automotriz podrán a futuro experimentar una ganancia neta de millones de empleos gracias a la adopción de tecnologías verdes.

De igual manera, la energía solar y la eólica suelen ser ridiculizadas por ser extremadamente poco fiables, a pesar de los rápidos avances en el almacenamiento de baterías, que pronto podrían funcionar sin el respaldo de combustibles fósiles.

La intención de los autores de este estudio no es sugerir que la transición a sistemas de energía renovable esté exenta de desafíos, sino que pretenden promover un debate más informado sobre políticas públicas, económicas y energéticas que son urgentes.

En México no nos debemos sustraer de este debate entre las energías renovables y no renovables, como tampoco estamos exentos de los intereses políticos y privados para seguir produciendo combustibles fósiles. Al final, es una cuestión de promover las fuentes de energía que sean más benignas para la salud y la preservación del medioambiente a mediano y largo plazo. Ver nota original.
*Economista egresado del ITAM. Cuenta con Maestría y estudios de doctorado en teoría y política monetaria, y finanzas y comercio internacionales. Columnista de El Economista. Ha sido asesor de la Junta de Gobierno del Banxico, Director de Vinculación Institucional, Director de Relaciones Externas y Coordinador de la Oficina del Gobernador, Gerente de Relaciones Externas, Gerente de Análisis Macrofinanciero, Subgerente de Análisis Macroeconómico, Subgerente de Economía Internacional y Analista.
federico@rubli.net
Esta Nota se publicó originalmente el 20 de mayo en el periódico El economista.
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