México no está en recesión, pero la economía no va bien

En México la actividad económica, medida a través del PIB, está creciendo. No obstante, es claro que para la población no basta con que la economía simplemente se mantenga en terreno positivo. Las personas buscan una mejora sostenida en su bienestar: que sus ingresos crezcan, que sus inversiones rindan frutos, que su poder adquisitivo aumente y que su calidad de vida avance de manera tangible.
Por Gabriela Siller Pagaza
Según la estimación oportuna del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) publicada por el INEGI, la economía de México creció 0.67% en el segundo trimestre respecto al trimestre anterior. Con esto, el PIB registró una tasa de crecimiento anual de 1.19%, la mayor desde el tercer trimestre de 2024. No obstante, con el crecimiento de 0.20% en el primer trimestre y este crecimiento de 0.67% en el segundo, el nivel de producción apenas supera en 0.21% al nivel observado en el tercer trimestre del 2024, previo a la contracción de 0.66% del cuarto trimestre.

En el año, el PIB acumula un crecimiento de 0.88% respecto al mismo periodo de 2024, siendo la menor tasa de crecimiento para un primer semestre desde 2020, cuando se contrajo 11.30% y previo a ese año, desde 2019, cuando cayó 0.05%. En el desglose del PIB por actividad económica, se observan mejoras en las actividades secundarias (industrial) y terciarias (servicios).

Las actividades secundarias tuvieron un repunte en su ritmo de crecimiento, registrando una tasa trimestral de 0.80%. Sin embargo, el alza trimestral fue insuficiente para evitar una contracción al comparar contra el mismo trimestre del año pasado, siendo el tercer trimestre consecutivo en que esto ocurre. Con esto, las actividades secundarias registran una contracción anual de 0.71% en el primer semestre del 2025.

En cuanto a las actividades terciarias, también tuvieron una mejora respecto al trimestre anterior. En el segundo trimestre crecieron 0.75% respecto al trimestre previo, con lo que su crecimiento anual se aceleró a 1.65%. Finalmente, las actividades primarias sufrieron una contracción de 1.27% respecto al trimestre anterior, después de haber crecido 7.84% en el primer trimestre. Con esto, al segundo trimestre del 2025 las actividades primarias registran una tasa de crecimiento anual de 4.47%, presentando una desaceleración respecto a la tasa de 6.68% registrada en el primer trimestre.

Estos datos muestran que México no está en recesión, pues la actividad económica, medida a través del PIB, está creciendo. No obstante, es claro que para la población no basta con que la economía simplemente se mantenga en terreno positivo. Las personas y las empresas no aspiran únicamente a evitar una recesión; lo que buscan es una mejora sostenida en su bienestar: que sus ingresos crezcan, que sus inversiones rindan frutos, que su poder adquisitivo aumente y que su calidad de vida avance de manera tangible.

Además, el riesgo de que la actividad económica se deteriore sigue latente, por la política proteccionista de Estados Unidos. Basta con que en ese país los aranceles anunciados empiecen a cobrarse al pie de la letra para que la actividad vuelva a frenarse. Al tener la actividad económica un crecimiento tan bajo, cualquier freno llevaría la tasa de crecimiento a terreno negativo. La incertidumbre no favorece, pero tampoco la política interna que ha aumentado los costos laborales para las empresas con las reformas y los aumentos al salario mínimo que no han estado acompañados de alzas en la productividad.

Así, la economía mexicana transita por un periodo de alta complejidad, en el que conviven señales de recuperación con claros signos de debilidad estructural y riesgos crecientes. Si bien los indicadores agregados de actividad, como el PIB, muestran un desempeño positivo que descarta una recesión en términos técnicos, la desaceleración del consumo, el deterioro del empleo formal y la pérdida de dinamismo industrial revelan un trasfondo más frágil de lo que las cifras generales sugieren. Los propulsores del crecimiento (el consumo interno, la inversión y las exportaciones manufactureras) enfrentan desafíos simultáneos.

La debilidad del ingreso disponible, la contracción de las remesas en términos reales, la destrucción de empleos formales y la menor inversión en infraestructura pública crean un entorno que dificulta sostener el crecimiento económico. A esto se suman tensiones externas, como los aranceles impuestos por Estados Unidos, que ya están afectando la inversión extranjera directa y podrían comprometer la estabilidad de sectores clave como el automotriz.

Desde el frente fiscal, la drástica caída en la inversión física del gobierno, junto con el agotamiento de fondos de estabilización y el incremento de las presiones estructurales sobre el gasto, limitan la capacidad del Estado para actuar como contrapeso en momentos de debilidad económica.

En este contexto, el principal riesgo para la economía mexicana es caer en un periodo prolongado de estancamiento, donde el crecimiento apenas logre compensar el deterioro en el empleo, la inversión y el poder adquisitivo de los hogares. El sector servicios, tradicionalmente impulsado por la demanda interna, comienza a mostrar signos de debilidad conforme se agota el ingreso disponible de los hogares. Por su parte, el sector industrial, lejos de compensar este deterioro, enfrenta riesgos importantes como la imposición de aranceles a las manufacturas por parte de Estados Unidos y la marcada reducción en la inversión pública, especialmente en infraestructura.

Con todo esto, se estima que la economía crecerá en el año principalmente por efecto de base, tras la contracción observada en el cuarto trimestre del 2024 y el rebote registrado en la primera mitad del 2025. No obstante, este crecimiento será marginal, con una economía que se percibirá estancada desde la perspectiva de empresas, trabajadores y consumidores, dado que no hay avances significativos en el ingreso, el empleo ni la inversión.

Poor lo anterior, se estima que la economía de México crecerá 0.35% en 2025. No obstante, aún existe un alto nivel de incertidumbre, por lo que el rango proyectado de crecimiento va desde 0.02% en un escenario pesimista hasta 0.95% en uno optimista. Para que se materialice el escenario optimista, México tendría que crecer a una tasa anual promedio de 1.10% en el segundo semestre, lo cual implicaría una aceleración respecto al crecimiento de 0.88% de la primera mitad del año.

Esto sucedería si la incertidumbre disminuye, si las remesas repuntan significativamente o si el gasto público en inversión física y en programas sociales sube nuevamente. En cambio, para que solamente crezca 0.02%, el PIB tendría que caer una tasa anual de 0.77% en el segundo semestre del año. Esto último sucedería en el escenario en el que en Estados Unidos los aranceles empiezan a cobrarse al pie de la letra, lo que ocasionaría una fuerte caída en las exportaciones y una recesión en México.
* Directora de Análisis Económico en Grupo Financiero BASE y profesora de Economía del Tec de Monterrey. Estudió la licenciatura en economía en la Universidad Autónoma de Nuevo León y la maestría y doctorado en finanzas en el EGADE del Tec de Monterrey. Colabora regularmente con medios de comunicación especializados. En 2018 y 2020 fue nombrada por Forbes como una de las 100 mujeres más poderosas de México.
Linkedin: Gabriela Siller Pagaza
email: gsiller@bancobase.com

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